Entre más años transcurren, necesariamente más cerca está lo anunciado en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, fuente de la cual todos —creyentes, agnósticos y ateos— han alimentado de alguna manera su espera de acontecimientos impactantes y catastróficos para la humanidad. Pero para los cristianos, más que un asunto de miedo es un asunto de esperanza: así como no hay Domingo de Resurrección sin pasar antes por el Viernes Santo, tampoco hay Cielo sin purificación.

El hecho es que quienes mayor caso prestan a pronósticos y profecías son nada menos que los multimillonarios y los poderosos del mundo, y en esto están dando una lección a los demás, aunque sólo desde el punto de vista material, pues hacen a un lado lo que realmente importa: la conversión espiritual para el encuentro con Cristo.

Leyendo los signos, los políticos de alto nivel y los multimillonarios han concluido que se están incrementando las posibilidades de una guerra mundial, la erupción de un mega-volcán, la caída de un gran asteroide o algún otro acontecimiento capaz de trastocar por un tiempo, o para siempre, el actual estilo de vida en la Tierra, por lo que en los últimos años han preparado para ellos y sus familias refugios subterráneos de alta seguridad en lugares aislados —algunos con el máximo de lujo—, así como provisiones de agua y alimentos suficientes.

Las empresas constructoras de «búnkers subterráneos del fin del mundo» están en auge en todo el planeta. Pero hoy ya no hace falta ser rico para invertir en uno básico: hay un buen número de familias de clase media, en casi todos los países, que han construido por su cuenta algún pequeño refugio para los tiempos difíciles.

TEMA DE LA SEMANA: ¿QUÉ TAN CERCA ESTAMOS DEL APOCALIPSIS?

 

Publicado en la edición impresa de El Observador del 29 de julio de 2018 No.1204

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