¿Qué acontecimientos deben darse antes de la Parusía?

Advierte la Palabra de Dios: «Por lo que respecta a la venida de nuestro Señor Jesucristo… os rogamos, hermanos, que no os alarméis… por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras… que os hagan suponer que está inminente el Día del Señor… Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse… el Hijo de perdición» (II Tes 2, 1-3).

Esto significa que el mundo no se acabará sin que antes sobrevenga una serie de acontecimientos.

En los evangelios sinópticos Jesús también habla de diversos hechos previos al fin del mundo (Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21). Ahí advierte que las guerras, los terremotos, el hambre y la peste no son señal del fin, sino apenas el «comienzo de los dolores del parto». La aparición de una nueva epidemia o el estallamiento de una nueva guerra a veces suele provocar en la gente la idea de que «ahora sí» el final ya está aquí. Pero esos cuatro signos mencionados por Jesús (cfr. Lc 21, 11), que son los cuatro jinetes del Apocalipsis (cfr. Ap 6, 1-8), son plagas generales que afligen a buenos y malos y que Dios, en todas las épocas, ha permitido que se susciten.

Entonces, ¿cuáles sí son las señales de la proximidad del fin de los tiempos? A continuación enumeramos ocho, sin que ello indique un orden cronológico:

 La difusión del Evangelio

«Se proclamará esta Buena Nueva del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin» (Mt 24, 14).

Después de dos milenios de evangelización, apenas el 31% de la población mundial se declara cristiana al día de hoy. Eso significa que al restante 69% o no se le ha anunciado la Buena Nueva, o se le comunicó de forma equívoca o falsificada, dando lugar a que fuera rechazado.

Esta condición no está, pues, cumplida, y da la impresión de que nunca lo estará a menos que Dios intervenga de manera extraordinaria; sólo así se cumpliría lo que anunció desde tiempos del Antiguo Testamento: «Ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: ‘Conozcan al Señor’. Porque todos Me conocerán, del más pequeño al más grande» (Jer 31, 34).

 Eventos naturales de efecto catastrófico

«Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la Tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas» (Lc 21, 25-26). Las plagas «ecológicas» son descritas en el Apocalipsis en el capítulo 8, 6-12, y corresponden a las primeras cuatro de las siete trompetas.

Catástrofes naturales siempre las ha habido; por ejemplo, terremotos y erupciones volcánicas. Pero en tiempo muy reciente se ha incrementado su incidencia.El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS por sus siglas en inglés) muestra en un gráfico el aumento desmesurado de la actividad sísmica global en el siglo XXI comparado con el XX.

Por su parte, el Sistema Sismológico Nacional reconoce que mientras en 1900 hubo 796 sismos en la nación mexicana (entre grandes y pequeños), en 2012 se registraron 5 mil 244. El año 2015 hubo diez mil 946 temblores; en 2016, 15 mil 547, y en 2017 sumaron 26 mil 364. Sólo de enero a junio de 2018 se han registrado 17 mil 322 sismos con epicentro en territorio mexicano.

 Falsos mesías

«Mirad que no os engañe nadie. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy el Cristo’… Surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos» (Mt 24, 4-5. 11).

Hoy lo mismo se hacen pasar por mesías individuos particulares (entre ellos Sergei Torop, el «Jesucristo de Siberia», y el puertorriqueño José Luis de Jesús Miranda), que algunas agrupaciones de muy diferente tipo, tanto sectarias como políticas.

 El debilitamiento de la fe

«Llegará el tiempo en que los hombres no aceptarán más la sana doctrina» (II Tim 4, 3). «Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará» (Mt 24, 12). «Cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre la Tierra?» (Lc 18, 8).

Ha habido algunos períodos en la historia de la Iglesia donde la fe se ha visto seriamente mermada. El actual es uno de ellos, pues se advierte un claro y lamentable abaratamiento de la doctrina cristiana.

 Culto a los demonios

«El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas» (1 Tm 4, 1). «Pero los demás hombres, los no exterminados por estas plagas… no dejaron de adorar a los demonios… No se convirtieron de sus asesinatos ni de sus hechicerías…» (Ap 9, 20-21).

Sacerdotes exorcistas vienen advirtiendo desde hace tiempo de un número cada vez más grande de personas seducidas por el culto al diablo.

Por ejemplo, se ha incrementado la práctica de la magia negra, las misas satánicas, los sacrificios humanos, la adoración de la «santa muerte», etcétera. En algunos países ya son legales las iglesias consagradas a Satán, como una religión más entre muchas otras.

 Creciente odio y persecución hacia los cristianos

«Entonces os entregarán a la tortura y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre» (Mt 24, 9).

Nunca, desde tiempos de la fundación de la Iglesia, ha dejado de haber cristianos perseguidos. La persecución puede ser cruenta o incruenta, pero siempre está ahí.

Sin embargo, nunca como ahora, la Iglesia ha padecido tanta persecución, superando ya, y con mucho, las persecuciones de tiempos del Imperio Romano, cuando los cristianos eran arrojados como espectáculo a la arena para ser despedazados y devorados por animales salvajes.

Hoy los cristianos son blanco de los izquierdistas, de los masones, de los dictadores, de los ateos, de los abortistas, de los grupos LGTB, de los pro eutanasia, de los budistas, de los musulmanes, etc.

 La conversión de los judíos a Cristo

«…El endurecimiento parcial que sobrevino a Israel durará hasta que entre la totalidad de los gentiles, y así, todo Israel será salvo» (Rm 11, 25-26). También el Catecismo de la Iglesia Católica recuerda: «La venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia se vincula al reconocimiento del Mesías por todo Israel» (n. 674).

 La aparición del Anticristo

La palabra «anticristo» tiene un doble significado: en un sentido amplio se refiere a cualquier enemigo de Cristo; pero en un sentido estricto señala a una persona determinada quien dirige todos sus esfuerzos a la erradicación de la fe en Cristo. «Que nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición, el Adversario que se eleva sobre todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamar que él mismo es Dios» (II Tes 2, 3-4).

En resumen

Algunos de los puntos ya se cumplen; pero mientras todos y cada uno no se hayan producido, no se puede dar aún la Parusía, es decir, el final de los tiempos con el retorno glorioso de Dios, Nuestro Señor Jesucristo.

D. R. G. B.

TEMA DE LA SEMANA: ¿QUÉ TAN CERCA ESTAMOS DEL APOCALIPSIS?

 

Publicado en la edición impresa de El Observador del 29 de julio de 2018 No.1204

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