Leonela Grimaldo Trejo es una joven que ha descubierto el amor de Dios en su vida. Originaria del municipio de Tequisquiapan (Querétaro) y con 20 años de edad, platica con El Observador de la Actualidad sobre la experiencia del encuentro con Jesús vivo y la imperiosa necesidad de compartir con jóvenes como ella que el amor de Dios es fiel, eterno y real:
Por Mary Velázquez Dorantes
¿Cómo conoces a Jesús, Leo?
▶ A Jesús lo conozco desde que tengo uso de razón. Nací en un hogar donde siempre me enseñaron que el centro de la vida es Jesús, pero mi propio conocimiento más a fondo comenzó el día menos pensado: el 28 de diciembre del 2016, cunado asistí a un retiro de jóvenes procedentes de comunidades de Tequisquiapan y Pedro Escobedo.
Como joven ¿Cuál es el llamado para seguir a Dios en la vida?
▶ Seguir a Jesús es un reto, que muy pocos nos atrevemos a realizar, por los miedos y las dudas que cómo jóvenes nos persiguen. El Papa Francisco dice que los que seguimos a Dios estamos locos, y eso es cierto, pues hacemos cosas que muchos no se atreven a vivirlas.
Estoy en busca del llamado de Cristo, aunque aún no sé qué me tenga preparado, pero estoy consciente que Él obrará en mí, y en el momento adecuado sabré mi llamado y atenderé a él. Como dice la Sagrada Escritura: agrada a Dios y no al mundo, para que nadie tome tu corona.
¿Cómo has vivido la experiencia del encuentro con Dios vivo?
▶ Fue una de las mejores y más bonitas experiencias; sucedió en un retiro de jóvenes del grupo de Tequisquiapan «Adonai», al cual fui invitada en diciembre del 2016. Ahí te enseñan a ver a Jesús con amor y a entregarte por completo, con tus dudas, miedos, preocupaciones, enojos, todo; y a saber que Dios es un Dios de amor.
En ese retiro conocí a Dios más allá de lo superficial, entré en una paz inexplicable, donde sentí realmente cómo Dios me abrazaba no sólo mi cuerpo sino mi alma, y que en ese abrazo me reconstruía por completo. Éste fue mi primer encuentro que sin duda marco mi camino para seguir a Dios, por eso siempre me digo esta frase: «Me quedo con Dios, porque a su lado están las sonrisas ilógicas, la paz inexplicable y el amor inagotable». De ahí Dios se hacía más presente en mí.
En el 2017, por medio de un sueño, volví a vivir un encuentro; esta vez no sólo sentí a Dios, sino que lo vi, realmente lo vi, así como ves a tus amigos o a tu mamá, así yo vi a Dios, tan hermoso que simplemente no quería dejar de verlo. De ahí dejé de preocuparme por lo que sucedía alrededor mío, fue cuando entendí que Dios tiene todo bajo control y que su voluntad es buena, agradable y perfecta.
¿Qué les recomendarías a los jóvenes para saber que Dios es la base de la existencia humana?
▶ Hay muchas cosas que como jóvenes podemos realizar, pero yo les digo siempre: den lo mejor de ustedes y lo mejor vendrá, no permitan que nadie les robe su esencia como persona, y hagan lo que el corazón mande porque es ahí donde Jesús obra.
Confíen en Dios y jamás serán defraudados. No vivan pensando en el ayer, en lo que pudieron haber hecho porque ya es pasado, mejor pongan su mirada en el presente, así como nos dice el Papa Francisco: nunca tendrás un mejor mañana si siempre estás pensando en el ayer. No dejen que sus miedos los encarcelen, entréguenselos a Dios,
y repitan:
«Queridos pensamientos negativos: mi Dios es más grande»; así se sentirán mejor porque Dios los ayudará a superarlos y ustedes se darán cuenta que lo que Dios les reservó ni la envidia lo para, ni el destino lo aborta, ni la suerte lo cambia.
¿Cómo haces para seguir alimentando la fe y el amor a Dios?
▶ Mantengo la mirada en Dios porque Él no quita la mirada de mí y esa es la base de todos los logros. No importa lo que digan los demás, sigo firme, recordando que donde mis fuerzas terminan empiezan las de Dios. Sueño en grande, oro en grande, actúo en grande porque tengo un Dios grande.
Publicado en la edición impresa de El Observador del 23 de septiembre de 2018 No.1211