Por Jorge Ocaranza
Platicaba hace unos días con unas voluntarias del HITO. El Hospital Infantil del Teletón de Oncología. Me decían, de verdad sorprendidas, sobre la actitud de los niños con cáncer que estaban hospitalizados.
Estas voluntarias trabajan con ellos temas de catequesis. Los pequeños empiezan a aprender sobre cómo relacionarse con su Dios.
Uno pensaría de inmediato en que los niños y niñas se dedicarían a pedirle por supuesto al Dios Poderoso, Amoroso y Paternal que están conociendo el que los cure y les haga el milagro. Sobre todo a ellos que son apenas unos chiquitos que ni la deben ni se lo merecen ni nada que nuestra mente pueda aceptar.
Y no, no han escuchado de boca de algún pequeño el que pida por su salud o mejora. La sorpresa es que estos niños dan gracias. Dan gracias por sus familias, dan gracias por lo que sí tienen. Le dan gracias a Dios por sus mascotas y por toda la gente que los ayuda en el hospital. Le dan muchas gracias a Dios por que Él los cuida y por Su amor. Le dan gracias porque están vivos.
Aunque las catequistas van a consolar y a enseñar, salen más bien cómo alumnas que han sido enseñadas. Enseñadas sobre muchos temas. Pero el principal ha sido sobre la gratitud.
Esa gratitud que solo un niño puede tener. Esa gratitud que se abandona en su padre o Creador y le confía simple, sencilla y absolutamente todo. Esa gratitud que comienza viendo y apreciando la larga lista de lo que sí tienen y no lo que no tienen.
Esa gratitud confiada que va alimentando una fe que los hace ir viviendo cada día mas felices. Aun y cuando además de tantas bendiciones que han recibido, están pasando por temas verdaderamente difíciles, dolorosos y para casi cualquiera injustos e insoportables.
El ver a estos chiquitos sin su pelo, sin alguna parte de su cuerpo y con tumores o lesiones físicas es algo que te saca las lagrimas. Escucharlos por otro lado siendo agradecidos y apreciando lo que tienen te hace pararte en seco y meditar sobre su actitud. Y la tuya.
El principio más importante de una vida feliz es la gratitud. ¿Cómo anda tu gratitudómetro? ¿Hay pequeñas y no tan pequeñas cosas que están afectando a tu gratitud? ¿Te andas fijando más bien en esa «larga» lista de las cosas que no tienes o no puedes o no lo que sea, que en lo que sí tienes, sí puedes o sí lo que sea?
Si cambias tu canal al de la gratitud, tus momentos, dias y vida en general serán, sin duda, mucho mejores. ¡Vamos, equipo!
Publicado en la edición impresa de El Observador del 9 de diciembre de 2018 No.1222