Por Luis-Fernando Valdés

El cristianismo es algo más que meras devociones; es también un modo global de ver la vida y la sociedad. Por eso, la opinión del Papa sobre la situación actual del mundo tiene mucha importancia para analizar las crisis globales y buscar una respuesta válida.

La misión social de la Iglesia

Cada inicio de año, los Pontífices dan un esperado mensaje al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede. En el discurso del 7 de enero de este año, Francisco explicó la razón por la cual Iglesia expresa su parecer en los asuntos que afectan a la comunidad mundial.

El Papa explicó que la misión espiritual que Jesucristo dirigió a San Pedro y sus sucesores es la que impulsa al Pontífice y a la Santa Sede «a preocuparse por toda la familia humana y sus necesidades, incluso en el ámbito material y social».

Aclaró que «la Santa Sede no busca interferir en la vida de los estados», sino que observa «las problemáticas que afectan a la humanidad», para «ponerse al servicio del bien de todo ser humano» y «trabajar por favorecer la edificación de sociedades pacíficas y reconciliadas».

La diplomacia en la misión del Papa

Francisco también explicó que hay puntos de contacto entre los objetivos de las relaciones diplomáticas de las naciones y de organismos como la ONU y la misión espiritual del Pontífice y la Santa Sede.

Fue Pablo VI quien esbozó estos puntos de contacto, durante su memorable discurso a la Asamblea de las Naciones Unidas, y son los siguientes: el primado de la justicia y el derecho, la defensa de los más débiles, establecer puentes entre los pueblos y construir la paz, junto con repensar nuestro destino común.

Ante esta propuesta, el embajador chileno ante la Santa Sede, Octavio Errázuriz, comentó que en su mensaje Francisco «ha tocado los puntos más importantes de lo que es el ideario de una política internacional». (Vatican News, 10 ene. 2019)

La defensa de los migrantes

En aquel célebre discurso, Pablo VI afirmó que, como Pontífice, hacía suya «la voz de los pobres, de los desheredados, de los desventurados, de quienes aspiran a la justicia, a la dignidad de vivir, a la libertad, al bienestar y al progreso».

Y en esta reciente reunión con el cuerpo diplomático, el Papa Francisco encauzó la defensa de los débiles hacia el cuidado de los migrantes. Explicó que la Santa Sede participó activamente en la elaboración de dos pactos mundiales sobre la migración, que «serán importantes puntos de referencia para el compromiso político».

Pero el Pontífice denunció también que algunos documentos mencionados en uno de esos Pactos, el relativo a la migración, «contienen terminologías y directrices que no corresponden a sus principios sobre la vida y los derechos de las personas».

Sobre este tema, el observador permanente del Vaticano ante la ONU, monseñor Bernardito Auza, comentó que «la Santa Sede ha contribuido sustancialmente al pacto mundial sobre migración».

Y añadió que «la ONU cuenta en gran medida con la voz del Papa en defensa de los refugiados» porque Francisco puede «influenciar a países que tienen una actitud dura hacia aquellos que deben ser ayudados y no rechazados». (Vatican News, 10 ene. 2019)

Epílogo

Las sociedades y los gobiernos necesitan la ayuda de la reflexión –y a veces de la denuncia– de organizaciones independientes. Por eso, la Iglesia desde su experiencia por el contacto con la gente y los pueblos, y desde su doctrina de fe apoyada en una profunda reflexión, es un gran interlocutor, para defender y dar voz a los más débiles, a las naciones pobres y al planeta amenazado por la crisis ecológica.

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Publicado en la edición impresa de El Observador del 20 de enero de 2019 No.1228

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