Por Mónica Muñoz Jiménez

(Cuando estamos en el) último día del año, y creo que estaremos de acuerdo en que ha sido como sueño, han ocurrido tantos acontecimientos que sería muy difícil intentar hacer un recuento sin que faltaran varios de ellos. Pienso en uno de los más relevantes, que marcó la mitad de 2018: las elecciones presidenciales, que significaron un cambio esperado para una considerable porción de mexicanos.

También hubo hechos dramáticos, inundaciones, enfrentamientos violentos, aumento en la inseguridad, en fin, que de malas noticias hemos tenido suficientes dosis diarias en los medios de comunicación. Pero la vida continúa y tenemos que echar hacia adelante el ánimo para creer que la situación puede mejorar, y, como todo en este mundo, empezará con un cambio personal. Si no lo pensamos de ese modo, será iluso imaginar que las cosas serán diferentes sin esfuerzo de nuestra parte.

Cuando colaboramos en cualquier circunstancia, se nota la mejoría. Pongo un ejemplo casero: los quehaceres del hogar son pesados para una sola persona, sin embargo, cuando se distribuyen entre todos los miembros de la familia, se aligera la carga. Para lograr el éxito es importante que todos se comprometan a hacer su parte para que realmente se note el cambio. Obviamente, si alguien decide no apoyar, romperá la armonía, provocando molestia en los demás integrantes. Con eso se demuestra que ningún esfuerzo es mínimo, todo lo que hagamos tiene mérito y obtendrá su recompensa.

De la misma manera, la vida cotidiana en los ambientes donde nos desenvolvemos serán distintos si ponemos de nuestra parte para mejorarlos, desde guardar la basura hasta encontrar un bote para no tirarla en la calle, respetar los espacios para las personas discapacitadas, mantener ordenados los anaqueles de las tiendas de donde tomemos los productos que consumimos, agradecer cuando recibamos un servicio, ser puntuales, cumplir con nuestros compromisos, devolver lo que nos presten, en fin, que nuestras actitudes junto a nuestros hechos serán las que transformen nuestro mundo.

Y creo que este podría ser un buen propósito de año nuevo, que si todos pusiéramos en práctica, lograría transformar nuestro país en poco tiempo, relativamente. Los cambios no son sencillos, requieren constancia y perseverancia, pero a largo plazo rendirán frutos porque tendremos una sociedad más justa y sensibilizada a las necesidades de los demás. Si, a la vez olvidamos el individualismo que tanto nos ha dañado, combatiremos la apatía e indiferencia que nos invaden cada vez más.

Es necesario que veamos con esperanza el 2019 que mañana iniciaremos, porque de pesimismos ya estamos todos hartos. Dejemos también las rivalidades inútiles, comencemos a alegrarnos del éxito de los demás y apoyemos a quienes necesiten ayuda, seamos personas positivas pero no sólo de redes sociales, sino de la realidad en la que vivimos, para que recibamos el Año Nuevo con alegría y optimismo, porque, como dice el refrán: no hay mal que dure cien años ni tonto que lo soporte.

Deseo que Dios bendiga sus proyectos y conceda todos sus anhelos y, sobre todo, que les regale salud a ustedes y sus familias para puedan lograr lo que se propongan para el 2019.

Que tengan una excelente semana y feliz año nuevo.

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