Por Luis Fernando Valdés
Se cumplieron seis años de la renuncia de Benedicto XVI, que entró en vigor aquel 28 de febrero de 2013. A pesar de su humilde y frágil figura, el Papa emérito ha sido clave en la lucha para erradicar la pederastia en la Iglesia católica.
Francisco reconoce la valentía de Benedicto
En la conferencia de prensa, en el vuelo de regreso de su viaje apostólico a los Emiratos Árabes, el pasado 5 de febrero, el Papa hizo referencia a su predecesor como un «hombre fuerte» que «de débil no tiene nada», porque tuvo el valor de enfrentar la corrupción sexual, haciendo una velada alusión al caso Maciel de 2006.
En otro momento, al cumplirse un año de su pontificado, en una entrevista al diario italiano Il Corriere della Sera, (5 mar. 2014), Francisco dijo que, en cuanto al tema de abusos sexuales de menores, «Benedicto XVI ha sido muy valiente y ha abierto un camino», sobre el cual «la Iglesia ha hecho mucho».
En el inicio de la crisis
Desde su época de Prefecto, durante el pontificado de Juan Pablo II, el entonces cardenal Ratzinger comenzó a dar pautas de actuación para atender a las víctimas y procesar a los abusadores, pues hasta ese momento la política de la Santa Sede era que «la ropa sucia se lava en casa».
En abril de 2002, con motivo de los reportajes del diario Boston Globe, que destaparon el encubrimiento de abusos por parte de clérigos, Juan Pablo II convocó a una cumbre a los obispos de Estados Unidos.
Ahí el Papa polaco expresó que «no hay lugar en el sacerdocio y la vida religiosa para quienes quieren perjudicar a los jóvenes», dando a entender que se debía expulsar del sacerdocio a los abusadores, y no únicamente cambiarlos de parroquia.
El caso de Irlanda
En octubre de 2005, durante el primer año de pontificado de Benedicto, una investigación del gobierno de Irlanda descubrió más de cien casos en una diócesis del condado de Wexford, en los que los acusados sólo fueron trasladados a otras diócesis.
En un acto sin precedentes, Benedicto XVI se reunió con las víctimas irlandesas y envió en marzo de 2010 una Carta pastoral dirigida a los fieles de Irlanda, en la que pidió que se reconocieran tanto «los graves delitos cometidos contra niños indefensos», como el daño causado a las víctimas y sus familias, y dio la pauta novedosa hasta ese momento: «garantizar que en el futuro los niños estén protegidos de semejantes delitos».
El programa anti-abusos diseñado por Benedicto XVI
En septiembre de 2010, durante la crisis mediática, por los nuevos casos de abusos puestos a la luz pública, el Papa alemán viajó al Reino Unido y, en la conferencia de prensa durante el vuelo, esbozó el programa a seguir.
La fórmula es clara: 1) atender a las víctimas: «solicitud, compromiso por las víctimas, es la prioridad, con ayuda material, psicológica, espiritual»; 2) apartar a los culpables de todo acceso a los jóvenes, y 3) prevención: elegir bien a los candidatos al sacerdocio, para evitar casos futuros.
Aunque con el paso de los años los pasos enumerados por Benedicto XVI nos suenan como algo normal y habitual, en su momento representaron un cambio de paradigma, pues al inicio de esta crisis, las víctimas casi no eran escuchadas ni atendidas, y los culpables no eran juzgados penalmente.
Epílogo
Benedicto XVI será conocido en la historia no sólo como el «Papa teólogo», sino también como el «Papa valiente», que tuvo la fortaleza y el tesón de enfrentar los casos de abusos sexuales y darles un cauce legal.
Así, el Papa emérito llevó a cabo una silenciosa reforma, que puso en primer lugar a las víctimas, permitió el castigo de los perpetradores y sentó las bases para una mejor formación psicológica de los
futuros sacerdotes.
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Publicado en la edición impresa de El Observador del 10 de marzo de 2019 No.1235