En el sexto aniversario de la visita a Lampedusa, el Papa Francisco lanzó mensaje contundente y esperanzador contra la «globalización de la indiferencia»

Ary Waldir Ramos Díaz

El Papa Francisco invitó el lunes 8 de julio a ver a los migrantes no solo como desesperados por salvar. Una mirada desde la fe, contemplativa, de nuestra humanidad compartida para enterrar el miedo de las apariencias engañosas del individualismo y de los nacionalismos.

El Pontífice instó a los fieles a ser casi ángeles que toman del brazo a los «últimos» a los que hay que amar y levantar. «Esta es una gran responsabilidad, de la que nadie puede estar exento si queremos llevar a cabo la misión de salvación y liberación a la que el mismo Señor nos ha llamado a colaborar».

El 8 de julio, en la Basílica vaticana, el Sucesor de Pedro celebró una Misa especial por los Migrantes. «¡Son personas, no se trata sólo de cuestiones sociales o migratorias! No se trata sólo de migrantes, en el doble sentido de que los migrantes son antes que nada seres humanos, y que hoy son el símbolo de todos los descartados de la sociedad globalizada», dijo el Papa.

En este sexto aniversario de su visita a Lampedusa, el Papa Francisco dirigió su mirada a los «últimos» que «todos los días claman al Señor, pidiendo ser liberados de los males que los afligen».

Los últimos de hoy

En su homilía recordó que «son los últimos engañados y abandonados para morir en el desierto; son los últimos torturados, maltratados y violados en los campos de detención; son los últimos que desafían las olas de un mar despiadado; son los últimos dejados en campos de una acogida que es demasiado larga para ser llamada temporal».

Así, instó a amar a los últimos que Jesús pidió amar y ayudar a levantarse. «Desafortunadamente – constató – las periferias existenciales de nuestras ciudades están densamente pobladas por personas descartadas, marginadas, oprimidas, discriminadas, abusadas, explotadas, abandonadas, pobres y sufrientes», agregó.

Consolar y ofrecer misericordia

De esta manera, destacó, «en el espíritu de las Bienaventuranzas, estamos llamados a consolarlas en sus aflicciones y a ofrecerles misericordia; a saciar su hambre y sed de justicia; a que sientan la paternidad premurosa de Dios; a mostrarles el camino al Reino de los Cielos».

Francisco admitió que ayudar a los más débiles y vulnerables es como subir los escalones de una escalera que requiere «compromiso, esfuerzo y gracia». Lo dijo en alusión a la lectura de la liturgia de hoy, en la que se retoma la imagen de la escalera de Jacob.

Por ello, explicó que en Jesucristo esa escalera hacia la fe y lo divino tiene una «conexión entre la tierra y el cielo» que «es segura y accesible para todos».

Ser ángeles para los excluidos

«Me gusta pensar, entonces, que podríamos ser nosotros aquellos ángeles que suben y bajan, tomando bajo el brazo a los pequeños, los cojos, los enfermos, los excluidos: los últimos, que de otra manera se quedarían atrás y verían sólo las miserias de la tierra, sin descubrir ya desde este momento algún resplandor del cielo».

Por último, el Papa destacó que nadie está exento de ayudar a los otros y a colaborar. En este contexto, felicitó a los migrantes que han llegado hace «tan sólo unos meses», y «ya estáis ayudando a los hermanos y hermanas que han venido recientemente. Quiero agradeceros este hermoso signo de humanidad, gratitud y solidaridad».

Recordar a quien escapa de la guerra y de la miseria

En la Misa presidida por el Sucesor de Pedro en el Altar de la Cátedra participaron alrededor de 250 personas entre migrantes, refugiados y aquellos que se han comprometido para salvar sus vidas.

Estuvieron presentes solo las personas invitadas por la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, al cual el Papa ha confiado la preparación del evento.

El deseo del Santo Padre fue que «éste sea lo más posible un momento de recogimiento, en recuerdo de todos los que han perdido la vida escapando de la guerra y la miseria y para alentar a aquellos que, cada día, se esfuerzan en sostener, acompañar y acoger a migrantes y refugiados», había explicado Alessandro Gisotti, director ad interim de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Publicado en la edición impresa de El Observador del 14 de junio de 2019 No.1253

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