Los británicos C. S. Lewis (1898-1963), autor de Las crónicas de Narnia, y J. R. R. Tolkien (1892-1973, autor de El hobbit, fueron dos escritores y cristianos fervientes.
El primero militó en las filas del ateísmo, pero se convirtió al cristianismo anglicano gracias al trabajo evangelizador de su amigo Tolkien —que era católico practicante desde niño— y a su lectura de las obras de su compatriota G. K. Chesterton, un converso al catolicismo.
Ambos, Lewis y Tolkien, entendieron la verdad objetiva de la existencia del Diablo y de su acción en medio de los hombres, y la plasmaron en sus obras. Lewis lo hizo sobre todo a través de su sátira Cartas del Diablo a su sobrino, y Tolkien en El señor de los anillos.
ALGUNOS FRAGMENTOS DE CARTAS DEL DIABLO A SU SOBRINO
Mi querido ORUGARIO: Tomo nota de lo que dices acerca de orientar las lecturas de tu paciente y de ocuparte de que vea muy a menudo a su amigo materialista; pero ¿no estarás pecando de ingenuo? Parece como si creyeses que los razonamientos son el mejor medio de librarle de las garras del Enemigo [Dios]. Si hubiese vivido hace unos (pocos) siglos, es posible que sí: en aquella época, los hombres todavía… estaban dispuestos a cambiar su modo de vida como consecuencia de una cadena de razonamientos…. Ahora no se piensa, ante todo, si las doctrinas son ciertas o falsas, sino… superadas o actuales… El mero hecho de razonar despeja la mente del paciente, y, una vez despierta su razón, ¿quién puede prever el resultado?…
Tuve una vez un paciente, ateo convencido, que solía leer en la Biblioteca del Museo Británico. Un día, mientras estaba leyendo, vi que sus pensamientos empezaban a tomar el mal camino. El Enemigo [Dios] estuvo a su lado al instante, por supuesto, y antes de saber a ciencia cierta dónde estaba, vi que mi labor de veinte años empezaba a tambalearse… Dirigí mi ataque, inmediatamente, a aquella parte del hombre que había llegado a controlar mejor, y le sugerí que ya era hora de comer…. El Enemigo [Dios] contraatacó diciendo que aquello era mucho más importante que la comida; por lo menos, creo que ésa debía ser la línea de Su argumentación, porque cuando yo dije: «Exacto: de hecho, demasiado importante como para abordarlo a última hora de la mañana», la cara del paciente se iluminó…, y cuando pude agregar: «Mucho mejor volver después del almuerzo, y estudiarlo a fondo, con la mente despejada», él iba ya camino de la puerta. Una vez en la calle, la batalla estaba ganada…
Tu cariñoso tío, ESCRUTOPO
Mi querido ORUGARIO: Veo con verdadero disgusto que tu paciente se ha hecho cristiano…. Tenemos que hacer lo que podamos en vista de la situación. No hay que desesperar: cientos de esos conversos adultos, tras una breve temporada en el campo del Enemigo [Dios], han sido reclamados y están ahora con nosotros…
La misma Iglesia es uno de nuestros grandes aliados. No me interpretes mal; no me refiero a la Iglesia de raíces eternas…; todo lo que puede ver tu paciente es el edificio… Y cuando penetra en la iglesia, … al llegar a su banco mira en torno suyo y ve precisamente a aquellos vecinos que, hasta entonces, había procurado evitar…, y con tal de que alguno de esos vecinos desafine al cantar, o lleve botas que crujan, o tenga papada, o vista de modo extravagante, el paciente creerá con facilidad que, por tanto, su religión tiene que ser, en algún sentido, ridícula…
Trabaja a fondo, pues, durante la etapa de decepción o anticlímax que, con toda seguridad, ha de atravesar el paciente durante sus primeras semanas como hombre religioso… Ahí está nuestra oportunidad; pero también, tenlo presente, nuestro peligro: una vez que superan con éxito esta aridez inicial, los humanos se hacen menos dependientes de las emociones y, en consecuencia, resulta mucho más difícil tentarles…
Tu cariñoso tío, ESCRUTOPO
Mi querido ORUGARIO: Me complace mucho todo lo que me cuentas acerca de las relaciones de este hombre con su madre… Por supuesto, es imposible impedir que rece por ella, pero disponemos de medios para hacer inocuas estas oraciones: asegúrate de que sean siempre muy «espirituales», de que siempre se preocupe por el estado de su alma y nunca por su reuma…
He tenido pacientes tan bien controlados que, en un instante, podía hacerles pasar de pedir apasionadamente por el «alma» de su esposa o de su hijo a pegar o insultar a la esposa o al hijo.
Es frecuente que, cuando dos seres humanos han convivido durante muchos años, cada uno tenga tonos de voz o gestos que al otro le resulten insufriblemente irritantes. Explota eso: haz que tu paciente sea muy consciente de esa forma particular de levantar las cejas que tiene su madre, que aprendió a detestar desde la infancia…
Tu cariñoso tío, ESCRUTOPO
EL DIABLO EN EL SEÑOR DE LOS ANILLOS
Pocos saben que J. R. R. Tolkien insistía en que El Señor de los Anillos es «fundamentalmente un trabajo religioso y católico».
Tolkien no era un teólogo, pero si un escritor de ficción, así que, como cristiano, escribió historias que expresan la cosmovisión cristiana y lo hizo no mediante alegorías sino mediante analogías. Existe analogía cuando hay dos cosas que se corresponden una con la otra.
En El señor de los anillos hay tres figuras parciales de Cristo: Gandalf, como profeta y maestro; Frodo, como el siervo sufriente y portador del pecado, y Aragorn, como el Rey y Mesías que regresa. Denethor es figura de los líderes judíos en contra de Cristo; los elfos son figura de los ángeles, y el pan de los elfos es figura de la Eucaristía, etc. Pero también hay analogías con el Diablo:
Saurón es la analogía de Satanás. Hubo una batalla ancestral en la que se venció a Sauron, convirtiéndose entonces en un ser privado de tener un cuerpo, que gobierna la tierra media, sometiendo y tentando a través el anillo único, convertido en un horrendo ojo; es la analogía de Apocalipsis 12, 9.
Por supuesto, los orcos son las huestes de Satanás.
TEMA DE LA SEMANA: Satanás, su existencia y sus trampas
Publicado en la edición impresa de El Observador del 1 de marzo de 2020 No.1285