Por José Ignacio Alemany Grau, obispo
Reflexión homilética 3 de Mayo de 2020
A través del Evangelio Jesús se define de muchas maneras.
En este domingo nos da algunas definiciones de sí mismo y nos permite sacar la conclusión de que ha venido al mundo para que tengamos vida en abundancia.
Hechos de los apóstoles
Muy valiente se presenta Pedro ante la multitud después de recibir el Espíritu Santo y les dice:
“Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías”.
El efecto fue muy fuerte pues dice el libro de los Hechos que estas palabras “traspasaron el corazón de la gente” y de la multitud surgió una pregunta:
“¿Qué tenemos que hacer?”
La respuesta de Pedro es clara:
“Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo”.
El resultado de su predicación fue que unas tres mil personas se bautizaron y entraron en la Iglesia de Jesús.
Qué hermosa enseñanza para nosotros que tenemos que seguir evangelizando y haciendo que el evangelio de Jesús se siga propagando.
El párrafo de hoy termina con unas palabras que debemos tener en cuenta:
“Escapar de esta generación perversa”.
El Papa Francisco dice que evitemos el “espíritu mundano”, que es el gran peligro no solo para la Iglesia sino para la misma humanidad.
Salmo 22
Como pertenece al Antiguo Testamento no habla directamente de Jesucristo sino de Dios, pero es evidente que Jesucristo es ese pastor en el plan de Dios.
Este pastor se presenta de dos formas distintas: una, llevando a los fieles como un rebaño que siempre tiene verdes praderas donde recostarse y fuentes tranquilas donde beber.
En segundo lugar aparece como un anfitrión que prepara una mesa suculenta en frente de los enemigos porque el Señor defiende a los suyos todos los días de su vida.
Y algo más importante:
“Habitaré en la casa del Señor por años sin término”.
Carta de San Pedro
La primera carta nos presenta a Jesucristo como modelo:
“Padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas:
Si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios”.
Termina el apóstol aludiendo también a Jesús como pastor:
“Andabais descarriados como ovejas pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas”.
Verso aleluyático
Nos invita a pensar en este versículo del evangelio de Juan:
“Yo soy el buen pastor, conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí”.
Que Cristo nos conoce es claro, porque es nuestro Dios y Redentor. Pero, ¿hasta qué punto conocemos nosotros a Jesús o lo confundimos con tantos otros que quieren ser nuestros pastores?
Evangelio
En el evangelio se nos habla del ladrón que quiere llevarse las ovejas a como dé lugar.
Él no entra por la puerta sino que salta en el aprisco por otra parte.
En cambio el pastor verdadero entra por la puerta, las ovejas oyen su voz que llama a cada una por su nombre, para conducirlas a buenos pastos.
Dice San Juan que como no entendían la comparación les puso esta otra:
“Yo soy la puerta de las ovejas”.
Y advierte que los que han llegado antes que Él han sido ladrones y bandidos y por eso las ovejas no los escucharon.
Y explica todavía mejor la comparación:
“Yo soy la puerta, quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir y encontrará pastos”.
El párrafo del evangelio de hoy termina con esta hermosa definición de su divinidad (que eso significa “Yo soy”):
“Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”.
Este es el regalo de Dios a la Iglesia por medio de Jesucristo:
La vida que nos hace hijos adoptivos de Dios.