Por José Ignacio Alemany Grau, obispo

Reflexión homilética 7 de Junio de 2020

Este domingo debe ser de acción de gracias a la Santísima Trinidad porque es a ella a quien debemos todos los bienes espirituales y materiales, la vida humana y la vida de la gracia.

La Santísima Trinidad es el primero y más importante misterio de la fe que enseña que hay un solo Dios, es decir, una sola naturaleza divina con todas las perfecciones. En esa única divinidad hay tres Personas, el Padre, fuente de vida, que engendra al Hijo; el Hijo, engendrado por el Padre, y el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo.

La oración colecta presenta maravillosamente la fiesta de hoy:

Dios nos ha revelado este misterio:

El Padre es quien ha enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación para realizar la salvación de la humanidad.

Por eso hoy le pedimos la gracia de mantenernos siempre en “la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su unidad todopoderosa”.

Por su parte el prefacio nos resume así el misterio de hoy:

El Padre “que con tu único Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor; no una sola persona, sino tres personas en una sola naturaleza… de modo que, al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna divinidad, adoramos tres Personas distintas, de única naturaleza e iguales en su dignidad”.

Éxodo

Nos presenta las palabras del Señor que se define a sí mismo en el monte Sinaí ante Moisés que lo adora:

“Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad”.

Moisés aprovecha aquel momento para pedir a Dios que perdone a su pueblo y lo tome como heredad suya.

Una manera inteligente de pedir misericordia como lo consiguió, porque Dios hizo la alianza acogiendo a Israel como heredad suya.

Salmo responsorial

No es uno de los ciento cincuenta salmos sino que pertenece al libro de Daniel (3,51) que centra la alabanza con estas palabras:

“Entonces los tres, como una sola boca, empezaron a cantar himnos, a glorificar y bendecir a Dios dentro del horno, diciendo: Bendito eres Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo  y glorioso. A ti gloria y alabanza por los siglos”.

San Pablo

Nos invita a llevar una vida de alegría y paz en el Señor y nos deja el gran saludo que la liturgia nos repite al principio de la santa misa:

“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros”.

Verso aleluyático

Expresa la máxima alabanza que la Iglesia da a la Santísima Trinidad, diciendo:

“Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene”.

La segunda parte del versículo, tomada del Apocalipsis (1,8), se refiere directamente a Jesucristo más que a la Santísima Trinidad, ya que habla implícitamente de la parusía o segunda venida del Señor.

Evangelio

Brevemente nos presenta un resumen de la economía de la salvación:

“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna”.

El Evangelio nos advierte, una vez más, que Jesús no vino al mundo para condenar a nadie, sino para dar la oportunidad a los que crean en Él para que se salven.

Como siempre Dios respeta la libertad humana pero sí nos advierte que, el que no crea, es él mismo el que se condena y de ningún modo podemos echar las culpas a Dios.

Agradezcamos, pues, hoy a la Santísima Trinidad por el regalo más grande que es el envío del Hijo y del Espíritu Santo para que entre las dos divinas Personas realizaran el plan de salvación trazado por Dios desde toda la eternidad.

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