Cuenta el padre Juan Manuel Pérez Romero: “Hace diez años, en este santuario empezó a venir una señora muy joven, con niños chiquitos, que estaba muy desconcertada porque había visto personas muertas; su párroco la envió para un discernimiento a fin de distinguir si lo que veía esta persona era su imaginación, si era por esquizofrenia o algún otro tipo de enfermedad mental, o si realmente se trataba de visitas de las benditas almas del Purgatorio.

“Después de unos años llegó otra persona, otra señora muy joven también, con las mismas características. Y hace tres años llegó otra señora más, pero con hijos adolescentes y jóvenes.

“Esto me llevó a estudiar el Purgatorio con la posibilidad de discernir un carisma de sentir, escuchar y ver a las ánimas del Purgatorio con la finalidad de poder ayudarlas con oraciones, sufragios y sacrificios.

“Al hacer el discernimiento de estas tres personas tuve que leer las apariciones o visiones que a lo largo de la historia de la Iglesia han tenido distintas personas, y que en su mayoría están canonizadas. Sin embargo, es distinto ser santo que tener un carisma, concretamente el carisma de sentir, escuchar y ver a las ánimas del Purgatorio.

La santidad es caracterizada por el ejercicio de los siete dones del Espíritu Santo, mientras que los carismas son una gracia especial para un servicio de la Iglesia; de tal manera que los que vieron en el pasado y los que actualmente ven a las ánimas del Purgatorio tienen un carisma especial para el servicio de la Iglesia, el servicio de la comunión de los santos”.

TEMA DE LA SEMANA: EL PURGATORIO EXISTE Y HAY QUIEN LO HA VISTO

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 30 de agosto de 2020. No. 1312

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