Por Jaime Septién

Hay una oración a San José que durante cuarenta años, después de Laudes, recita el Papa Francisco. Está tomada de un libro de devociones francés del siglo XIX, de la Congregación de las Religiosas de Jesús y María, y expresa –dice el Papa–“devoción, confianza y un cierto reto a san José”.

La transcribo: “Glorioso patriarca san José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan graves y difíciles que te confío, para que tengan una buena solución. Mi amado Padre, toda mi confianza está puesta en ti. Que no se diga que te haya invocado en vano y, como puedes hacer todo con Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén”.

Qué importante es iniciar el año invocando la protección de san José. Un año que augura situaciones graves y difíciles en todos los ámbitos, nos invita a seguir la huella del que tiene “corazón de padre” y que con ese corazón amó a Jesús. Después de todo, el cristianismo se condensa en el enorme reflejo –“la sombra del Padre” le llama el escritor polaco Jan Dobraczynski– de san José con respecto al Padre de Jesús: confianza, serenidad, audacia, laboriosidad, respeto y silencio. En una palabra, humildad. Como escribió Bernanos: “la humildad es invencible”.

TEMA DE LA SEMANA: SAN JOSÉ: EL SIGNO DE UNA PATERNIDAD SUPERIOR

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 3 de enero de 2021. No. 1330

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