Analistas internacionales acusan a la Iglesia de poner en peligro millones de vidas. ¿Es verdad? Artículo de verificación.

Varios analistas de medios de información internacionales han acusado a la Iglesia católica de boicotear las campañas de vacunación contra el virus Covid-19, responsabilizándola de las muertes que de ello se deriva.

Según  estos informadores, la Iglesia ataca o simplemente desinfla estas campañas al plantear las cuestiones éticas suscitadas por el origen abortivo de las vacunas.

«Fanatismo»

Por ejemplo, un artículo publicado por Debora Diniz y Giselle Carino en las páginas de El País afirmaba: «Aún cuando el tema de la pandemia de la Covid-19 es una emergencia global, la Iglesia católica retorna al fanatismo que le es propio al introducir al aborto como cuestión moral más urgente que el de salvar millones de vidas».

La BBC ha publicado un artículo que constata la veracidad de las informaciones transmitidas por el Vaticano sobre el remoto origen abortivo de algunas vacunas contra la Covid-19.

Ahora bien, algunos de los expertos consultados por la publicación británica consideran que la Iglesia no debería insistir en estos aspectos,  pues corre el riesgo de tener un impacto negativo sobre la actual campaña de vacunación, decisiva para poner fin a la pandemia.

Silencio

La BBC cita al doctor José Ramón Orrantia, especialista en bioética de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien afirma que, aunque tiene razón, la Iglesia debería guardar silencio sobre este tema.

«Es peligroso fomentar ideas contra la vacunación, porque eso desincentiva a que la gente se vacune», dice Orrantia.

En un reportaje de Newsweek Arthur Caplan, especialista en bioética de la Universidad de Nueva York, opina que habiendo mil trescientos millones de católicos en el mundo, «es un camino peligroso» sembrar dudas que puedan llevar a que la gente se plantee qué vacuna ponerse.

En definitiva, según algunos de estos analistas, la Iglesia podría cargar sobre sus espaldas la responsabilidad de la muerte de miles de personas en caso de que las campañas de vacunación fracasaran o frenaran a causa de los interrogantes morales que plantea.

¿Están fundamentadas estas preocupaciones? ¿Está la Iglesia poniendo en peligro las campañas de vacunación y, por tanto, contribuye a la prolongación de la pandemia con su ingente coste en vidas humanas?

Verificación

Veamos entonces si estas preocupaciones son confirmadas por la realidad.

Ante todo, es posible constatar que el Papa Francisco se ha convertido en la autoridad moral internacional más comprometida en la promoción de las campañas de vacunación.

En este tiempo de confinamiento, las dos intervenciones públicas más importantes del Papa Francisco, los mensajes Urbi et Orbi de Navidad y de Pascua, han estado destinados a pedir vacunas para todos, en particular para los pobres.

El Papa Francisco y su predecesor, el Papa emérito Benedicto XVI, han dado personalmente ejemplo vacunándose.

El Vaticano ha creado un fondo para financiar vacunas para personas de países pobres.

Conferencias episcopales de varios países, en particular, la de Estados Unidos, han invitado a los católicos a vacunarse como un «acto de caridad» para salvaguardar la vida de las personas que nos rodean y superar cuanto antes los peligros de la pandemia.

En países donde se le ha solicitado, la Iglesia católica ha puesto a disposición espacios propios como centros de vacunación.

¿Cómo es posible acusar a la Iglesia de boicotear la campaña de vacunación?

Dignidad humana

La Iglesia, en fidelidad al Evangelio de Jesucristo, siente la obligación moral de ponerse siempre del lado del respeto de la dignidad fundamental de la persona humana.

Por este motivo, con datos proporcionados por la ciencia y confirmados por las mismas casas farmacéuticas, la Iglesia, en particular la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha advertido ante la gravedad moral de servirse de «células de fetos abortados para crear líneas celulares».

Estas líneas celulares son utilizadas, con niveles de responsabilidad diferentes, en las vacunas aprobadas en los países occidentales.

Hay que aclarar que las vacunas contra la Covid-19 no se fabrican con células procedentes directamente de bebés humanos abortados; sino de unas células creadas por científicos hace casi 50 años que se reproducen continuamente en laboratorio.

Los obispos de los Estados Unidos han recordado que «las vacunas de Pfizer y Moderna generaron preocupación debido a que se utilizó una línea celular derivada del aborto para probarlas, aunque no en su producción».

«Sin embargo», añaden los mismos obispos, «la vacuna de Johnson & Johnson se desarrolló, probó y se produce con líneas celulares derivadas del aborto, lo que genera preocupaciones morales adicionales».

«Es moralmente aceptable»

Ahora bien, dado que está en peligro la vida de millones de personas, la misma Congregación aclara que, «cuando no estén disponibles vacunas Covid-19 éticamente irreprochables», «es moralmente aceptable utilizar las vacunas contra la Covid-19 que han utilizado líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción».

El Vaticano aclara:

«Pueden utilizarse todas las vacunas reconocidas como clínicamente  seguras y eficaces con conciencia cierta que el recurso a tales vacunas no significa una cooperación formal con el aborto del que se obtuvieron las células con las que las vacunas han sido producidas».

Si las circunstancias lo exigen, como es actualmente el caso de una pandemia, la Congregación vaticana recomienda «la vacunación, especialmente para proteger a los más débiles y más expuestos».

Las autoridades sanitarias y los exponentes científicos, e incluso las mismas casas farmacéuticas, han constatado los efectos colaterales de algunas vacunas; como la producida por Johnson & Johnson o AstraZeneca. Algunos gobiernos incluso han suspendido por este motivo campañas de vacunación.

Constatar estos efectos constituye un deber científico y moral. Al mismo tiempo, esos efectos colaterales marginales son sopesados por las autoridades con la obligación de salvar millones de vidas humanas. Nadie puede acusar moralmente a los científicos o a las autoridades sanitarias de boicotear las campañas de vacunación al constatar estos efectos colaterales.

Un acto en conciencia

Del mismo modo, la Iglesia no boicotea las campañas de vacunación cuando advierte de los problemas éticos que se encuentran en el origen de algunas vacunas.

Es más, en sus enseñanzas la Iglesia defiende el derecho a vacunarse, considerándolo un «acto de caridad». 

Y quienes han leído el  Evangelio, saben que la caridad es para Jesucristo el distintivo del cristiano.

La Iglesia, en su papel de guía moral, al ofrecer sus advertencias, exhortaciones y testimonio está tomando a los cristianos como adultos. Quizá esto es lo que no tienen en cuenta algunos de los analistas que han criticado a la Iglesia y al Papa. Ellos preferirían mensajes simples: blanco o negro, pero la realidad no es así.

La vacunación constituye un acto de conciencia, que cada persona debe ejercer en plena libertad. Una libertad que debe contar con la mejor información  posible.

Esta es la humilde contribución que quiere ofrecer este trabajo de verificación.

Por Jesús Colina

Fuente: ¿Boicotea la Iglesia las campañas de vacunación con cuestiones éticas? (aleteia.org)

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