Por Tomás De Híjar Ornelas
“Los políticos son iguales en todas partes: prometen construir un puente incluso donde no hay río.”
El 11 de marzo del 2021 el Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), don Alfonso Miranda Guardiola, invitado por la asociación civil ‘Red de Acción y Ética Política’, a cargo de Bernardo Urzúa Cornejo,
chileno naturalizado mexicano ahora al servicio de las Redes Universitarias Anáhuac, se contó entre los miembros de un foro donde también estuvieron los senadores Ricardo Monreal Ávila, Eruviel Ávila Villegas y Alejandra Reynoso Sánchez, para deliberar la cuestión de los ‘Políticos al servicio de la reconciliación nacional’.
La voz más autorizada de la CEM para hablar de ello justo cuando en las Cámaras se está gestando lo contrario, un movimiento más que provocador, habló de la “trascendental misión que tienen aquellos que han sido llamados a intervenir en la esfera política” de ser capaces de fundamentar “la búsqueda de la reconciliación nacional para la construcción del bien común”, en el marco de “una época convulsa en la historia de la humanidad y del país”, “azotado por el flagelo de la muerte, la violencia, la marginación y la polarización social en muchos ámbitos” como lo es la nuestra.
No ocultó su pesar por la forma como “la Nación Mexicana, ejemplo mundial de un pueblo unido y solidario”, se está ahora “fragmentando progresivamente, ya sea por intereses políticos, económicos o ideológicos”.
Pero, evocando al Papa Francisco, que acaba de lanzar en Irak este reto: “la profundidad de la crisis reclama proporcionalmente la altura de la clase política dirigente capaz de levantar la mirada y orientar”, don Alfonso invitó a sus acompañantes a servirse de la cultura del encuentro como “vía de reconciliación que permita tender puentes y caminar juntos hacia la paz, la justicia y el bienestar social”.
Según él, el camino de la reconciliación, “arduo, sinuoso”, tiene como fin alcanzar la paz, y ésta, prescindir de vencedores y vencidos a cambió de tener hermanos y hermanas “que, a pesar de las incomprensiones y las heridas del pasado, se encaminan del conflicto a la unidad”, dijo citando de nuevo al Papa.
Como propuesta, el Secretario General de la CEM esbozó una “hoja de ruta para sortear los retos que se viven en distintos ámbitos del quehacer político en México” a partir del reto que la vocación a la política no se reduzca a una afiliación partidista o a sostener un postulado ideológico en una tribuna, sino a una “vocación de servicio”, que sólo es posible “si se tiene la disposición de escuchar, de dialogar sin descalificar y de ser creativos en la construcción de consensos y acuerdos”, toda vez que “el desprestigio del otro lo único que logra es dinamitar la posibilidad de encontrar acuerdos que ayuden a aliviar en nuestras comunidades los efectos de la pandemia”, dijo, “tarea no cómoda ni sencilla pero posible para quien no ha puesto el bien común al servicio de sus intereses”.
Concluyó su intervención dirigiéndose a los diputados que le escuchaban, recordándoles la invitación recién hecha por el obispo de Roma a hacer de la política una “forma eminente de la caridad”, no en un ariete, para lo cual es necesario “el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas”.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 28 de marzo de 2021 No. 1342