Para acercarse a la fecha de la Pasión de Jesús hay que tomar en cuenta tanto los fenómenos de la naturaleza como los datos históricos. Hay que empezar por estos últimos:
CRONOLOGÍA
Jesús fue crucificado por instigación de Caifás, por entonces sumo sacerdote de los judíos (ver Mateo 26, 3-4 y Juan 11, 49-53). Este hombre ocupó dicho puesto desde el año 18 D.C. al 36 D.C. Así que la Pasión ocurrió entre esos años.
En el Credo se afirma que el Señor “padeció bajo el poder de Poncio Pilato”, esto con base en los cuatro Evangelios (ver Mateo 27, 24-26; Marcos 15,15; Lucas 23, 24 y Juan 19, 15-16). Poncio Pilatos fue gobernador de Judea del año 26 al 36., y este dato permite acortar un poco el rango sobre la fecha en que Jesús fue crucificado.
El Evangelio anuncia que Juan Bautista comenzó su ministerio público “en el año quince del imperio de Tiberio César” (Lucas 3, 1-3). Ese decimoquinto año del reinado de Tiberio tiene una fecha exacta: 29 D.C. Y como el ministerio público de Jesús comenzó poco después del de Juan Bautista (ver Marcos 1, 4-14), tomando en cuenta los dos puntos anteriores, la Pasión ocurrió entre el año 29 y el año 36.
Jesús fue crucificado un día viernes (ver Marcos 15, 42-44; Lucas 23, 54; Mateo 27, 62 y Juan 19, 42), llamado “el día de la preparación” ya que los judíos se preparaban para el sábado hasta cocinando por adelantado, ya que el día de descanso no se podía trabajar y ni siquiera encender el fuego (ver Éxodo 35, 3).
Los Evangelios atestiguan que la muerte del Señor tuvo lugar hacia las 3 de la tarde u “hora nona” (ver Mateo 27, 46-50) en una víspera de la pascua judía. Dicha hora coincide con el momento en que en el templo de Jerusalén se iniciaba el sacrificio de los corderos pascuales. Según la ley de Moisés, cada familia judía debía sacrificar un cordero de un año de edad el día 14 del mes de Nisán. El historiador judío Flavio Josefo, que vivió en el siglo I de la era cristiana, dice que los corderos pascuales se degollaban entre la hora novena y la undécima; es decir, entre las 3 y las 5 de la tarde del 14 de Nisán.
No hay duda, pues, de que la Pasión fue un día 14 del mes judío de Nisán; por ello los fariseos, cuando llevaron a Jesús desde la casa de Caifás a la presencia de Poncio Pilato, “no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua” (Juan 18, 28).
Ahora bien, días 14 de Nisán que hayan caído en viernes y que estén entre los años 29 y 36 sólo hay dos: Viernes, 7 de abril del año 30 y viernes 3 de abril del año 33.
El Evangelio según san Juan registra tres pascuas diferentes con Jesús; y, puesto que san Juan Bautista comenzó a predicar en el año 29, la fecha del 7 de abril del año 30 parece que tendría que ser descartada porque no caben los tres años del ministerio público de Cristo.
Entonces sólo quedaría una fecha posible: 3 de abril del año 33.
TERREMOTO
Para verificar las fechas también hay que acudir a los acontecimientos de la naturaleza.
Dice el Evangelio que, cuando Jesús exhaló el espíritu, “tembló la tierra y las rocas se hendieron” (ver Mateo 27, 50-51).
Yaen este siglo, el geólogo Jeffeson Williams, del Supersonic Geophysical, y sus colegas Markus Schwab y Achim Brauer, del Centro de Investigación alemán de Geociencias, estudiaron el subsuelo de la playa de Ein Gedi, en la orilla oeste del Mar Muerto, a 13 millas de Jerusalén, donde encontraron sedimentos deformes que revelan que entre los años 26 y 36 D.C. ocurrió un gran terremoto. Esto de nuevo ubica la Pasión en los años del gobierno de Poncio Pilatos en Judea, pero no permite determinar un año concreto; simplemente confirma lo que dice el Evangelio.
¿ACASO UN ECLIPSE?
Cuando el Señor ya estaba en la Cruz, sucedió que “desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona” (Mateo 27, 45; ver Marcos 15, 33 y Lucas 23, 44). Es decir, esto tuvo lugar entre las 12 del mediodía y las 3 de la tarde.
En el año 197 el apologista cristiano Tertuliano informaba que el fenómeno fue registrado en los archivos romanos. En el siglo III el erudito y teólogo cristiano Orígenes ofrecía dos posibles explicaciones naturales para la oscuridad ocurrida en la Pasión: una de ellas, que fueron nubes espesas; la otra, que pudo tratarse de un eclipse solar acompañado de un terremoto, fenómenos que describió Flegón de Trales, historiador griego del siglo II. Se menciona que fue “el mayor eclipse de sol”, que tuvo lugar durante el gobierno del emperador Tiberio, y que “se hizo de noche a la hora sexta de modo que aparecieron las estrellas en el cielo. Hubo un gran terremoto en Bitinia y destruyó una buena parte de Nicea”.
Pero el fenómeno del oscurecimiento no parece un eclipse de sol porque no podría estar tres horas tapando sin cesar la luz; y, segundo, porque en la pascua judía siempre hay luna llena, y los eclipses solares sólo pueden ocurren cuando hay luna nueva.
OTRAS TEORÍAS
Sin embargo, algo realmente sucedió, quitándole luz al día, y hay testimonios históricos de que ello afectó a buena parte de la zona Mediterránea, incluyendo al norte de África.
Un trabajo del siglo XIX habla de que fue una “oscuridad opresiva” que sería un fenómeno típico relacionado con los terremotos.
Algunos geólogos, partiendo del estudio de los sedimentos del suelo cerca de Jerusalén, presentan la hipótesis de que el oscurecimiento pudo deberse a una tormenta de arena. Otros investigadores creen que el fenómeno se debió a la secuela de alguna más o menos lejana erupción volcánica.
¿LUNA DE SANGRE?
Dos científicos británicos de la Universidad de Oxford, Colin J. Humphreys, que es físico y experto en ciencia de materiales, y W. G. Walddington, que es astrofísico, presentaron en 1983 un argumento que puede ser el fin del misterio de las tres horas de oscuridad durante la Pasión: el fenómeno sería una “luna de sangre”.
Una “luna de sangre” es un eclipse lunar en el que el satélite de la Tierra adquiera un aspecto rojizo. Un eclipse lunar puede durar mucho más que un eclipse solar.
Hay un elemento bíblico que parece apoyar esta postura: el día de Pentecostés, después de que el Espíritu Santo se derrama sobre los Apóstoles, y acuden visitantes de Jerusalén provenientes de todas partes del mundo, escuchando a los seguidores de Cristo hablar en sus propias lenguas, san Pedro se pone a predicar diciendo:
“Éstos no están borrachos como vosotros suponéis, pues apenas es la hora tercera del día; sino que esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel: ‘Y sucederá en los últimos días — dice Dios — que derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán (…). Y mostraré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra: (…) el sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes de que venga el día grande y glorioso del Señor (…)’. Hombres de Israel, escuchen estas palabras: Jesús el Nazareno, varón confirmado por Dios entre ustedes con milagros, prodigios y señales que Dios hizo en medio de ustedes a través de Él, tal como ustedes mismos saben” (Hechos de los Apóstoles 2, 14-22).
Así pues, Pedro da por hecho que la profecía de Joel se había cumplido, incluyendo que el sol se oscurece y aparece una luna se sangre; y este oscurecimiento no puede ser otro que el del mediodía a las 3 de la tarde del día de la Pasión.
Humphreys y Walddington, uniendo todos los datos históricos y bíblicos, y haciendo sus propios cálculos astronómicos, llegan a la conclusión de que la fecha de la Pasión y Muerte de Cristo fue el 3 de abril del año 33.
TEMA DE LA SEMANA: «JERUSALÉN, AÑO 33»
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 28 de marzo de 2021 No. 1342