Nos habéis hecho llegar una serie de enlaces en los que una persona que se autoidentifica como David Topí y que dice ser un “polifacético escritor” afirma que “las vacunas contienen nanoides”, lo que define como “unas partículas ínfimas, microscópicas” que se mezclan con una “solución salina isotrópica” que hace que “los componentes «normales» de la vacuna puedan ser imbuidos en una jeringa para luego ser inyectados en el cuerpo”. Es ENGAÑOSO. Las vacunas contienen compuestos hechos de sal que ayudan a disolver el principio activo y facilitar su preparación, conservación o administración, pero no son nanoides, un concepto inexistente en los manuales de medicina. En todo caso, se llaman excipientes.
“Las vacunas contienen nanoides. Son unas partículas ínfimas, microscópicas, que se mezclan con la solución acuosa, normalmente una solución salina isotrópica, que permite que los componentes «normales» de la vacuna puedan ser imbuidos en una jeringa para luego ser inyectados en el cuerpo”
Si uno consulta el diccionario médico de la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANM), se encontrará con que el término nanoide no existe, ni como palabra, ni como parte de alguna definición médica. Tampoco en la Real Academia Española. En otras instituciones, como la Clínica Universidad de Navarra, entienden que un nanoide es un “individuo de talla pequeña, pero que no llega a ser un verdadero enano”. En cualquier caso, no existe una definición oficial del término que se asemeje al que da el autor, ni se menciona en ningún lado que estos nanoides estén hechos de “una solución salina isotrópica”. En otras palabras, el término y la definición que da Topí no existen en los manuales de medicina oficiales.
Al no ser una palabra con definición oficial, no se puede verificar si existen tales componentes en las vacunas. Tampoco es posible comprobar que se administre en ellas una “solución salina isotrópica”, en parte porque el término isotrópico/a tampoco existe en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), ni en el de la RANM. Lo más aproximado al término es isótropo/a, que hace referencia a “una sustancia o un cuerpo que posee las mismas propiedades en todas las direcciones”, según la RAE.
Lo que sí tienen las vacunas son excipientes, empleados para “disolver el principio activo, que en el caso de la vacuna sería el antígeno y eventualmente el adyuvante y facilitar su preparación, conservación o administración”, indica a Verificat Adelaida Sarukhan, inmunóloga y redactora científica del Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona, quien recuerda que los excipientes “en general, son inertes”, es decir, no tienen efecto farmacológico.
Los efectos secundarios no duran años
En otro punto del documento, Topí asegura que “todos los seres humanos, desde la primera vacuna que nos ponen de pequeños, tenemos millones de componentes de esta nanotecnología (nanoides) corriendo por nuestro torrente sanguíneo”, y que estas causan “micro disfunciones en el organismo”. Es FALSO. Las vacunas que contienen nanotecnología, como las de ARN mensajero, son seguras, y no hay ningún caso documentado de efecto adverso asociado a la vacuna que haya aparecido más allá de un par de meses, aún menos años, de haberla recibido.
“Todo el mundo, todos los seres humanos, desde la primera vacuna que nos ponen de pequeños, tenemos millones de componentes de esta nanotecnología (nanoides) corriendo por nuestro torrente sanguíneo y causando micro disfunciones en el organismo”
La nanotecnología se define como la ciencia de manipular la materia a escala atómica, mientras que el término ‘nano’ se refiere al tamaño —cualquier partícula entre 1 y 100 nanómetros de diámetro— independientemente de su composición.
En el caso de las vacunas, pueden ser nanopartículas de lípidos, proteínas u otras moléculas: “Las de ARN mensajero, por ejemplo, usan nanopartículas a base de lípidos (grasas) para evitar la degradación del ARNm en el espacio extracelular y facilitar su entrada dentro de la célula. La candidata a vacuna de Novavax, por su lado, contiene nanopartículas hechas a partir de múltiples proteínas Spike recombinantes unidas entre sí”, apunta Sarukhan.
Todas estas nanopartículas tienen como ventaja que llegan y penetran más fácilmente en las células: “No hay ninguna evidencia de que causen ‘microdisfunciones’ en el organismo, y aún menos tras años de haber sido inyectadas”, descarta Sarukhan. “La experiencia con todas las vacunas que se han desarrollado hasta ahora permite concluir que los efectos adversos, si es que los hay, se presentan siempre dentro de los dos primeros meses tras la vacunación”.
Los Centros de Control y Prevención ya aseguran en su página web que “los efectos serios que puedan causar algún tipo de vacuna, incluida la de la covid-19, son extremadamente improbables”, y que “la monitorización histórica de las vacunas han mostrado que tales efectos secundarios se producen dentro de las seis semanas de recibir una dosis”.
¿Quién es David Topí?
David Topí dice ser “ingeniero de profesión”, aunque actualmente se considera un “polifacético escritor y formador” que trabaja “en divulgar, enseñar y formar a personas en temas de desarrollo personal, metafísica, el funcionamiento del sistema energético del ser humano, la composición y programación de la psique y la mente […], entendiendo estos temas por aquello que está más allá del mundo que percibimos con nuestros sentidos”. En ningún lugar dice estar vinculado al mundo de la medicina, ni haber recibido una formación específica sobre ella, por lo que no podría considerarse experto del área del que trata: en este caso, sobre las vacunas.