Una web autodefinida como católica ha publicado un artículo en el que carga contra las vacunas de ARN mensajero (ARNm), como las de Pfizer o Moderna, por utilizar una tecnología que, según ellos, es capaz de “apagar el sistema inmunológico y el reproductivo en humanos solo con presionar un interruptor”. Se trata de una afirmación FALSA. Las vacunas ARNm son incapaces de producir infertilidad o de desactivar el sistema inmunológico. De hecho, ninguna de las vacunas contra la covid-19 tiene esa capacidad.
“El ARNm se puede usar para apagar el sistema inmunológico y el sistema reproductivo humanos con solo presionar un interruptor”
Las vacunas ARNm presentan una lista de efectos secundarios, pero entre ellos no se encuentra ni la infertilidad ni la inactivación del sistema inmune. Al contrario, las inyecciones lo que hacen precisamente es generar anticuerpos para combatir la enfermedad producida por el SARS-CoV-2.
No es la primera vez que se dice algo parecido sobre el supuesto efecto de la vacuna en la fertilidad. La inmunóloga Adelaida Sarukhan, redactora científica del Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona recuerda cómo este bulo lleva circulando meses y que surgió a raíz de las declaraciones de un médico alemán y un exempleado de Pfizer, que dijo que “la proteína Spike del SARS-CoV-2 compartía regiones similares con una proteína humana llamada sincitina-1, que forma parte importante de la placenta”. Eso, según él, implicaba que “los anticuerpos anti-espícula generados por la vacuna covid-19 podrían atacar la placenta y causar infertilidad”.
Un argumento sin base científica
No hay ninguna base científica que apoye este argumento: “la secuencia compartida entre ambas proteínas es muy pequeña”, resume la inmunóloga, que cita el ejemplo de Jill Foster, pediatra de la Universidad de Minnesota: “Es como si dos números de teléfono compartieran un dígito o dos. Esto no significa que podamos llamar a una persona marcando el otro número”, concluye.
Por otro lado, no se ha notificado aún ningún caso de infertilidad, ni en las diferentes fases de ensayos clínicos, ni a lo largo de la campaña de vacunación. Ni siquiera en aquellas mujeres que han pasado la enfermedad, para las que “la infección natural también induce la producción de estos anticuerpos”, razona Sarukhan.
Es más probable que sea el propio SARS-CoV-2 el que produzca infertilidad
Tampoco se espera que el resto de vacunas contra la covid-19 generen problemas de fertilidad, según han corroborado las agencias reguladoras de medicamentos al autorizar su uso: “Ninguna vacuna que ha sido aprobada (hasta ahora en el mundo) genera alteraciones en la fertilidad. Es más probable que haya alteraciones en la fertilidad por la infección natural (del virus), que por las vacunas propiamente”, ha afirmado el bioquímico Julià Blanco, que lidera el grupo de Virología e Inmunología Celular del Instituto de Investigación IrsiCaixa.
Según indica el científico, el SARS-CoV-2 utiliza la enzima ACE2 para entrar en nuestro organismo, una proteína humana que regula la hormona angiotensina, que a su vez ajusta, entre otras cosas, la presión sanguínea. Un estudio que analiza las consecuencias del virus en la fertilidad concluye las gónadas masculinas podrían ser vulnerables a la infección y recomienda precaución a las mujeres y parejas que planean tener hijos.
¿Hay vacunas que produzcan infertilidad?
El artículo también asegura que existe una campaña para esterilizar a mujeres jóvenes en África mediante la vacuna del tétanos o la del virus del papiloma humano. Sin embargo, la infertilidad no es un efecto secundario común de las vacunas: “Que yo sepa, no hay ninguna vacuna en la historia que la haya provocado”, admite Sarukhan. “En algún momento, también circulaba el rumor de que la vacuna del papiloma humano podría causar infertilidad, pero los estudios no indican asociación alguna” entre lo uno y lo otro.
Lo que sí existen (en fases muy preliminares) son vacunas diseñadas específicamente para el control de la fertilidad como método anticonceptivo. Entran dentro de lo que se conoce como inmunocontracepción, una línea de investigación reciente y que aún se está explorando. Estas vacunas funcionarían “induciendo anticuerpos dirigidos contra diferentes proteínas expresadas por los óvulos, espermatozoides u hormonas sexuales”, resume Sarukhan.