Charles Dickens ya era un famoso escritor por sus novelas Los papeles póstumos del Club Pickwick, Oliver Twist y Almacén de antigüedades cuando publicó en 1843 A Christmas Carol.
Su lanzamiento tuvo lugar el 19 de diciembre de 1843, con un tiraje inicial de 6 mil copias, y ya para Nochebuena se habían agotado. Es que de inmediato se convirtió en un fenómeno, en un libro amado por todos.
¿Canción o cuento?
Aunque se considera que en español el nombre correcto de esta obra es “Una canción de Navidad”, muchos otros prefieren llamarlo “Cuento de Navidad” puesto que no se trata de una composición musical, ni tampoco la historia versa sobre este arte, si bien en unas cuantas escenas aparecen personajes cantando.
El primer significado de la palabra inglesa carol hacía referencia a una antigua danza circular, pero luego significó un canto religioso —generalmente navideño— que se ejecuta en grupo.
Carol es más o menos el equivalente a lo que hoy se conoce en habla hispana como villancico.
Sin embargo, su característica particular es, pues, su carácter comunitario.
Se trata, entonces, de un libro para leerse en voz alta en familia u otros grupos. El propio Dickens Dickens realizó 127 lecturas públicas de A Christmas Carol.
Lo que hizo por la Navidad
Antes de A Christmas Carol, si bien sí se celebraba la Navidad en la protestante Inglaterra, no era una festividad bien vista por todos, pues la consideraban una fiesta “papista”, es decir, católica.
A raíz de que Inglaterra se separara de la Iglesia en el siglo XVI para fundar su propia religión oficial, y hasta mediados del siglo XIX, el nacimiento de Cristo era una fiesta que casi nada más los ricos celebraban; y el día 26 de diciembre tenía lugar el Boxing Day, en que entregaban regalos a sus sirvientes por haberlos atendido en el banquete del día de Navidad.
Pero A Christmas Carol hizo que la celebración de Navidad despegara de nuevo, volviéndola una fiesta relevante. Además, Dickens popularizó el saludo Merry Christmas —aparece 21 veces en su novela— en lugar de Happy Christmas. Y lo mismo sucedió con la expresion Bah! Humbug!, que se introdujo en el lenguaje anglosajón como una reacción ante algo sentimental o demasiado festivo, y que en castellano equivale a “¡Bah! ¡Tonterías!”, “¡Paparruchas!”, “¡Pamplinas!” o “¡Patrañas!”.
Dickens no descarta el origen divino de la fiesta de Navidad, y no tiene miedo de usar la expresión: “Que Dios nos bendiga a todos”.
Jacob Marley habla con Ebenezer Scrooge
— Jacob —imploró Scrooge —, ¡viejo Jacob Marley, dime algo que me sirva de consuelo!
— No tengo ningún consuelo que darte —replicó el espectro—. El consuelo viene de otras regiones, Ebenezer Scrooge, y otros ministros lo llevan a otra clase de hombres (…). No puedo descansar, ni quedarme, ni entretenerme en parte alguna. Mi espíritu nunca fue más allá de nuestro despacho, ¡ay de mí! (…) ¡Ignorar que cualquier espíritu cristiano que obre rectamente en su reducida esfera, sea cual fuere, encontrará su vida mortal demasiado corta para todo el bien que se puede desarrollar! ¡Ignorar que no hay lamentación que pueda enmendar las oportunidades desperdiciadas de la vida! ¡Pero así era yo!
— Pero siempre fuiste un buen hombre de negocios, Jacob— titubeó Scrooge, que empezaba a aplicarse esto a sí mismo.
— ¡Negocios! —gritó el espectro—. La humanidad debía haber sido mi negocio, el bien común, la caridad, la misericordia, la tolerancia, la benevolencia. Éstos debían haber sido mis negocios ¡Mis tratos comerciales no eran sino una gota de agua en el océano de mis negocios! (…) ¿Por qué pasé a través de las multitudes de prójimos con los ojos vueltos hacia el suelo sin levantarlos jamás a la estrella bendita que condujo a los Magos a aquella pobre morada?
TEMA DE LA SEMANA: NAVIDAD, UNA PUERTA ABIERTA A LA ESPERANZA
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 19 de diciembre de 2021 No. 1380