Reflexión homilética del 30 de enero de 2022

Por José Ignacio Alemany Grau, obispo

San Agustín decía: «Temo a Jesús que pasa y no regresa».

Eso puede suceder a toda persona, o a todo pueblo, que no recibe a Jesús con la libertad que da el amor.

Lo veremos en el Evangelio, pero cuidemos que no nos suceda nunca. No dejes que se vaya Jesús de tu vida.

Jeremías

Lo solemos cantar en los templos:

«Antes que te formaras en el vientre de tu madre yo te escogí».

Aunque el profeta se resistió, fue realmente un santo que anunció siempre la verdad de Dios frente a otros falsos profetas.

Fue muy perseguido y maltratado. Con el tiempo, y como un quejido, exclamó:

«Tú me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir. Tú has sido más fuerte que yo y me has podido».

Era un profeta muy valiente y se jugó la vida por Dios y Dios le ayudó: «lucharán contra ti, pero no te podrán porque yo estoy contigo para librarte».

Que el santo profeta nos ayude a todos nosotros a tener confianza verdadera en el Señor.

Salmo 70

Nos presenta la verdadera confianza en Dios:

«A ti, Señor, me acojo, no quede yo derrotado para siempre; tú, que eres justo, líbrame y ponme a salvo».

Qué bonita expresión antropomórfica de confianza, para decirle a Dios: «Inclina a mí tu oído y sálvame».

Con este salmo confiemos realmente en el Señor y digámosle: «Sé tú mi Roca de refugio, el alcázar donde me salve».

San Pablo

Hoy en la carta a los corintios, el apóstol  nos habla de la importancia de la caridad por encima de todas las otras virtudes y nos ofrece unas características especiales que nos hará bien tener en cuenta para examinarnos y ver si realmente poseemos la virtud de la caridad:

«El amor es paciente, afable, no tiene envidia, no presume ni se engríe. No es mal educado ni egoísta, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia sino que goza con la verdad».

También nos enseña que el amor disculpa todo, cree, espera y aguanta sin límites.

Finalmente, el párrafo de hoy termina diciéndonos cómo el amor no pasa nunca. De las tres grandes virtudes, la fe y la esperanza pasarán, pero el amor nos acompañará en la eternidad junto a Dios.

Verso aleluyático

Nos recuerda que nosotros, como Jesús, debemos tomar conciencia que hemos sido enviados por Dios para evangelizar y en ello debemos gastarnos y desgastarnos, como enseña San Pablo.

Evangelio

San Lucas nos habla de la visita de Jesús a Nazaret.

Todo esto tuvo una primera parte de alabanza y acogida por parte del pueblo. Lo vimos el domingo pasado.

Hoy, en cambio, nos cuenta cómo de la alabanza pasaron al querer apedrearlo. Posiblemente se trata de las distintas formas de ver, los de Nazaret, a su «paisano».

Mientras algunos estaban felices con Él aprovechando para sacarle algunos milagros, otros lo sacaron del pueblo a empujones para llevarlo al despeñadero que había a las afueras, con el deseo de arrojarlo y echarle piedras encima:

«Lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo con intención de despeñarlo».

Este relato viene a ser como un adelanto de lo que sucedió el domingo de ramos entre cantos y vivas y el viernes santo, gritando: ¡crucifícalo!

«Pero Jesús se abrió paso entre ellos y (con toda dignidad) se alejaba».

Qué doloroso debió ser, especialmente para la Virgen María y sus familiares, ver que se marchaba de Nazaret y no regresó más a su pueblo.

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