Aunque no lo notemos, la luna tiene una importancia radical en nuestro planeta, y cada año se registra una serie de eventos lunares, algunos extraordinarios, otros ordinarios, que no dejan de maravillarnos por igual. En la noche del 17 al 18 de enero de 2022, por ejemplo, tiene lugar la llamada “luna de lobos”, y del 15 al 16 de mayo, así como en las primeras horas del 8 de noviembre, habrá dos eclipses lunares totales.

Si no hubiera luna

Dios, en su infinita sabiduría, le dio un satélite a la Tierra para que sus ciclos y la vida en ella fueran como hoy los conocemos.

Si no hubiera luna, concluyen los astrofísicos, los días terrestres durarían sólo 8 horas en lugar de 24.

Además, sería ordinario tener vientos tremendos de entre 160 y 200 kilómetros por hora.

A falta de la luna, las mareas serían muy suaves porque sólo el sol las influiría —éste tiene apenas la mitad de fuerza sobre el mar que la que tiene la luna con su cercanía—, por lo que las corrientes necesarias para que existiera vida en los océanos primitivos podría no haberse dado nunca, o bien sí se habría dado pero con un retraso de cientos de millones de años, por lo que la evolución de la vida terrestre hubiera sido muy lenta.

Vida muy difícil

Lo más probable es que, sin luna, nunca hubieran existido formas de vida compleja en la Tierra, sobre todo porque la inclinación del eje de rotación del planeta no sería estable, lo que conduciría a variaciones extremas del clima, imposibilitando la existencia de la inmensa mayoría de las especies.

Influye en las lluvias

Hasta las probabilidades de que llueva están relacionadas con la luna y sus fases, de acuerdo con un estudio dado a conocer en 2018 y realizado por la Universidad de Washington tras analizar 15 años de datos de la NASA y el satélite de medición de lluvias tropicales de la Agencia Espacial Japonesa.

Los científicos encontraron que las fases lunares causan variaciones en la presión del aire y, por tanto, en la temperatura y la humedad; y es en luna llena cuando hay más presión y mayores probabilidades de lluvia.

¿Y los sismos?

Por si fuera poco, cada vez se realizan más estudios científicos que apuntan a que la luna tiene que ver con los sismos.

Para empezar, nuestro satélite no es tan tranquilo como se le ve desde la Tierra: la luna tiene más de 3 mil 500 fallas geológicas — descubiertas por el Orbitador de Reconocimiento Lunar de la NASA—, y desde las misiones Apolo ya se conocía que experimenta sismos, que en este caso no se llamarían terremotos sino “lunamotos”.

A diferencia de la Tierra, donde los temblores no llegan a durar más de dos minutos, en la luna son de al menos de diez minutos. La única ventaja al respecto en nuestro satélite es que sus sismos más fuertes cuando mucho alcanzan una intensidad de 5 en la escala de Richter.

Ahora bien, en 2016 científicos de la Universidad de Tokio dieron a conocer que hay relación entre la luna y los grandes terremotos que ha sufrido el planeta Tierra en las últimas décadas: cuando hay luna llena o luna nueva no es que estas fases lunares provoquen terremotos, sino que la fuerza de las mareas causa un estrés en las fallas geológicas, lo que puede influir en una mayor intensidad de los sismos cuando éstos llegan a presentarse.

Por ejemplo, en el terremoto de 9.2 grados del Viernes Santo del 27 de marzo de 1964 en Alaska; en el de 9.1 grados del 26 de diciembre de 2004 en Sumatra; en el de 8.8 grados en Maule, Chile, el 27 de febrero de 2010, y en el de Tohoku-Oki, Japón, del 11 de marzo de 2011, en todo ellos hubo luna llena.

Incluso el terremoto del primer Viernes Santo de la historia, que dio testimonio del momento mismo en que nuestro Señor y Salvador Jesucristo moría en la cruz, ocurrió el día 14 del mes de Nisán del calendario lunar judío; por tanto, había luna llena.

TEMA DE LA SEMANA: LA LUNA, NOSOTROS Y EL UNIVERSO

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 16 de enero de 2022 No. 1384

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