Por P. Prisciliano Hernández Chávez

El impacto de los medios de comunicación social rebasa todas las previsiones del pasado: libre comunicación de las ideas, información a toneladas, comunicación de masas, alcance universal y casi simultáneo de noticias.

Se ahorra el esfuerzo de pensar, de buscar y de encontrar, porque se utilizan técnicas persuasivas de “mercado”. Es más fácil copiar un estilo de moda que asumir y ejercer nuestra condición de seres pensantes.

Hacia la verdad

Contemplar la verdad de salvación, contrastar con la conjugación de egoísmos y actuar en consecuencia para construir la Civilización del Amor, de la Vida y de la Familia, son nuestros desafíos del presente: que se inculture el Evangelio, que trabajemos por la promoción humana en la línea del compartir y que seamos evangelizados y evangelizadores de nuestro propio entorno. De ahí la importancia de acudir al centro y al núcleo de nuestra identidad como nación, desde el Acontecimiento de Guadalupe-Tontanzin, para no solo estar informados, sino para percibir el amor de Dios derramado por la Flor y Canto del Tepeyac, Santa María de Guadalupe, para entenderlo, reflexionarlo, hacerlo nuestro: pensamiento de nuestro pensamiento, afecto de nuestro afecto y compromiso de compromisos, aliento de nuestro corazón. Guadalupe es la esencia y el corazón de México en particular y del mundo en general.

El acontecimiento guadalupano exige un tratamiento pluridisciplinar. No basta ser estudiado bajo la misma óptica y bajo la misma metodología, pues su naturaleza es plural e implica un abanico de posibilidades: desde el universo cultural náhuatl del ayer hasta nuestro mundo cultural contemporáneo; desde la sabiduría filosófica eminentemente sinóptica y plástica de los mexicas hasta la más sublime teología que abreva en el manantial de la Revelación degustada por la opción cristiana y católica; de la ciencia histórica más exigente hasta nuestra ciencia tecnológica más avanzada.

Por eso es necesario englobar el amor y el conocimiento para ser capaces de asumir nuestra verdad; estar potenciados para afrontar los retos frente a nuestro quehacer histórico desde Dios el “Dador de la Vida”. Esa verdad que es la primera y la absolutamente última por la cual podemos construir en nuestro mundo la “Civilización del Amor”, la única civilización digna de tal nombre, cuyo fin desafía los tiempos y los espacios y se ofrece como el alma de las culturas regionales o de aquella que se perfila como la más planetaria. Camina con Santa María de Guadalupe que está en Meztli-Xico, México, el ombligo de la luna.

“Antes de juzgar a una persona, camina tres lunas en sus mocasines”. (Proverbio indio)

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 2 de julio de 2023 No. 1460

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