Por Fernando Salas-Vargas

En la duración media ha habido avances, porque antes de 1992, las iglesias o los cultos estaban en un limbo legal. Al menos la libertad de culto existe y es congruente con la declaración de los derechos fundamentales del 48.

Como destacó Juan Pablo II, el derecho de creer (o no), el derecho de libertad de conciencia y de cambio de creencias es el derecho más fundamental que hay. Tristemente no se ha avanzado en la reglamentación de la ley. Coincido con observadores contemporáneos. Hay rezagos y limitaciones innecesarias en materia de objeción de conciencia para los médicos. Como explica fray Nelson y antes Chesterton, si los derechos humanos se desarraigan de la Revelación, son como gallinas sin cabeza.

Ahora resulta que Macron ha puesto de moda la idea que el aborto es un derecho humano. Los obispos europeos y franceses han explicado que eso es un contrasentido. México y Latinoamérica compartimos el riesgo occidental, en donde se busca imponer algo ideologizado.

Un ejemplo: que menores de edad pretendan un sexo no binario, situación que no han pedido los niños pero la Suprema Corte lo ha impuesto, derogando la patria potestad. No pueden beber ni fumar. Tampoco votar. Pero sí pueden cambiar de sexo.A la Corte le da pavor no ser “moderna”.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 2 de julio de 2023 No. 1460

Por favor, síguenos y comparte: