Todos Santos

  • La Solemnidad de Todos los Santos es la celebración de la memoria no sólo de los santos canonizados por la Iglesia, sino también de las innumerables personas que ya han llegado al Cielo y que, por tanto, son verdaderos santos (santos anónimos).
  • Desde la Iglesia primitiva se veneraba la memoria de los mártires en el aniversario y lugar de su martirio. Pero debido a que llegó un momento en que eran tantos los mártires que resultaba difícil conmemorar a todos de manera individual, surgió la necesidad de una fiesta en común, la cual se comenzó a celebrar a partir del siglo IV, aunque en diferentes fechas.
  • El 13 de mayo del año 609 el Papa Bonifacio IV consagró el Panteón en Roma a la Santísima Virgen y a todos los mártires, dándole un aniversario.
  • Tras establecerse el proceso de canonización, ya se agregaron a la lista de campeones de la fe a santos que no fueron mártires.
  • En el siglo VIII, el Papa Gregorio III consagró una capilla a todos los santos y arregló que se celebrara ahí su memoria cada 1 de noviembre.
  • Y, en el siglo IX, el Papa Gregorio IV extendió la celebración del 1 de noviembre a toda la Iglesia universal de rito romano.
  • La Iglesia católica de rito bizantino celebra Todos los Santos el primer domingo de Pentecostés.
  • La Solemnidad de Todos los Santos es una celebración litúrgica de primer rango, por lo que es fiesta de guardar para la Iglesia universal, si bien los obispos de México la eliminaron como día de precepto.

Fieles Difuntos

  • La práctica de rezar y hacer penitencias por el eterno descanso de los fieles fallecidos se remonta entre los cristianos a la Iglesia primitiva. Pero su antecedente viene del Antiguo Testamento:

Judas Macabeo y su ejército enterraron a los muertos en el combate, encontrando que éstos llevaban ídolos en sus túnicas; así que “hicieron una oración para pedir a Dios que perdonara por completo el pecado que habían cometido (…). Después [Judas] recogió unas dos mil monedas de plata y las envió a Jerusalén, para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. Hicieron esto con miras a la resurrección, pues si no hubieran creído en que los compañeros muertos iban a resucitar, hubiera sido innecesario e inútil orar por ellos” (II Macabeos 12, 39-45)

  • Fue en el año 998 que el monje benedictino san Odilón introdujo en Cluny (Francia) el 2 de noviembre como día especial para pedir por los difuntos, y esto se extendió a otros monasterios.
  • En el siglo XVI esta Conmemoración de los Fieles Difuntos fue adoptada por Roma, y en el XIII se convirtió en parte del calendario de la Iglesia universal.
  • La Conmemoración de los Fieles Difuntos no posee litúrgicamente el rango más elevado, por ello no constituye un día de precepto. Sin embargo, en México se le da tanta importancia al 2 de noviembre que ha terminado por convertirse en día no laborable.

Día de Muertos

  • El Día de Muertos tiene sus orígenes en la época prehispánica.
  • En el ritual azteca existían dos fiestas dedicadas al culto a los muertos: Miccailhuitontli o Fiesta de los Muertos Pequeños, que se hacía alrededor del 16 de julio y recordaba a los niños fallecidos; y Ueymicailhuitl o Fiesta de los Muertos Grandes, que tenía lugar en torno al 5 de agosto y en la que se realizaban ofrendas y sacrificios humanos.
  • Fray Diego Durán cuenta que, a pocos años de la Conquista, los indígenas trasladaron sus fiestas, de manera que el 1 de noviembre ponían ofrendas para los niños muertos, y el 2 de noviembre para los difuntos adultos, y que de este modo trataban de disimular la celebración de sus festividades paganas, aparentando que festejaban las celebraciones cristianas.
  • Al parecer las calaveritas de azúcar, a pesar de ser elaboradas con una técnica traída por los españoles, se inspiran en el tzompantli, un altar en forma de bastidor donde se exhibían en hileras, a manera de trofeos, los cráneos de las personas sacrificadas a los dioses.
  • Aunque muchos sostienen que el pan de muerto tiene su origen en los panes rituales de los aztecas, hechos de amaranto y sangre humana, en realidad son la adaptación en México de los “panes de ánimas” que antiguamente se preparaban y bendecían en España el 1 y 2 de noviembre, y que en el siglo XVI se colocaban como ofrenda sobre las sepulturas, junto con vino y flores, y, antes de comerlos, se rezaba un Padrenuestro por las almas de los difuntos.

TEMA DE LA SEMANA: “¿ES IGUAL DÍA DE MUERTOS QUE DE LOS SANTOS O DIFUNTOS?”

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 30 de octubre de 2022 No. 1425

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