• Acepta que hemos de morir, que sólo una vez hemos de morir, y que no hay cosa más importante que ésta, porque del trance de la muerte dependen la eterna felicidad o la desdicha.
  • Ten en cuenta que de vivir bien o mal procede el tener buena o mala muerte. Se vive mal porque no se piensa en la muerte.
  • Hagamos ahora lo que en ese trance quisiéramos haber hecho ¡Oh, qué tormento traerá la memoria del tiempo perdido! ¡Qué angustias nos dará el pensamiento de que ya no es posible hacer penitencia, ni frecuentar los sacramentos, ni oír la Palabra de Dios, ni visitar en el templo a Jesús Sacramentado, ni hacer oración! Lo hecho, hecho está.

Adaptado de los escritos de san Alfonso María de Ligorio

TEMA DE LA SEMANA: “¿ES IGUAL DÍA DE MUERTOS QUE DE LOS SANTOS O DIFUNTOS?”

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 30 de octubre de 2022 No. 1425

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