Hablando de Dios Hijo, dice la Sagrada Escritura que “todo fue creado por Él y para Él” (Colosenses 1, 16). Y en este “todo” hay que incluir la música.

Música en el Cielo

En efecto, hay música hasta en el Cielo. El apóstol san Juan testifica: “Oí un ruido que venía del Cielo (…), y el ruido que oía era como de citaristas que tocaran sus cítaras. Cantan un cántico nuevo delante del trono [de Dios]” (Apocalipsis 14, 2-3).

Y los que no acepten colocarse la marca de la Bestia alcanzarán el Cielo, donde san Juan vio que, “llevando las cítaras de Dios, cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero” (Apocalipsis 15, 2-3).

Se trata de un ejercicio espontáneo pero constante, en el que se alaba y adora a Dios a través de la música. Y todo el Cielo está inmerso en este movimiento.

Música en la Tierra

Pero Dios ha querido que esta forma de belleza también esté presente en la Tierra. De las aproximadamente 600 referencias bíblicas a la música, la primera habla de un descendiente de Caín, “Yubal, padre de cuantos tocan la cítara y la flauta” (Génesis 4, 21).

En el Éxodo, tras cruzar el mar Rojo, los hebreos exaltan a Dios con un magnífico canto que algunos llaman “Cántico de Moisés” (Éxodo 15, 1-18), aunque es probable que no fuera compuesto por él sino por su hermana, la profetisa Miriam (cfr. Éxodo 15, 20-21).

Diversos fines

Además de la alabanza a Dios, la música se ha usado desde tiempos bíblicos para varios fines.

Por ejemplo, hay otro “Cántico de Moisés” (ver Deuteronomio 32, 1–43), que fue dictado por el propio Dios a este patriarca (cfr. Deuteronomio 31, 19-22) con la orden de enseñarlo a los israelitas a fin de que sirviera de testimonio cuando el pueblo fuera tras dioses falsos.

Obedeciendo a Dios, Josué y los hebreos conquistaron Jericó haciendo que siete sacerdotes tocaran siete trompetas, con lo que las murallas de la ciudad se desplomaron (cfr. Josué 6, 1-20).

La música también servía como terapia. En el caso del rey Saúl, atormentado por “un espíritu malo”, encontraba “calma y bienestar y el espíritu malo se apartaba de él” cuando David tocaba la cítara (cfr. I Samuel 16, 14-23).

Jesús se refiere a la música en dos ocasiones: cuando habla de los niños que tocaban flautas como juego en la plaza (cfr. Lucas 7, 32), y en la parábola del hijo pródigo, cuando en el banquete por su retorno hay música (Lucas 15, 25). Además el Evangelio dice que Jesús y sus discípulos cantaron salmos en la Última Cena (cfr. Marcos 14, 26).

Un llamado a cantar para Dios

No sólo diversos cánticos repartidos por todas las Sagradas Escrituras sino también los 150 salmos fueron hechos para ser entonados, y han llegado hasta nosotros para que esta alabanza nunca acabe. Dice la Palabra de Dios:

  • “Cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor, dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre” (Efesios 5, 19-20)
  • “Cantad agradecidos, himnos y cánticos inspirados, y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús” (Colosenses 3, 17).

Resumiendo, un comentario de san Agustín sobre un salmo, “el que canta ora dos veces”.

TEMA DE LA SEMANA: LA MÚSICA Y EL CANTO: DOS CAMINOS HACIA DIOS

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 13 de febrero de 2022 No. 1388

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