En el sacramento del Matrimonio no nada más recibimos una bendición al unirnos como esposos, sino una alianza indisoluble
Por Nelly Sosa
Mientras más lo pienso, más reconozco que no medité a profundidad en mi corazón lo que sucedería el día que mi esposo y yo nos casáramos…
Por mucho tiempo en mis años del soltera idealicé al Matrimonio, lo veía como una película de Hallmark, como el equivalente a la felicidad perfecta.
Hoy sé que no es así. Es una decisión que hay que tomar a diario. Los esposos no son novios que viven juntos. Los esposos se comprometen y se sacrifican por el bien de los dos, como Cristo dio su vida por su amada Iglesia. Los esposos deciden decir “sí” otra vez, todas las mañanas.
Hay miles de factores que atacan a las parejas a diario: el materialismo, el individualismo, la comodidad, la cultura anti conceptiva, etc., pero son obstáculos que pierden fuerza con el sacramento del Matrimonio, cuando nos mantenemos bien agarrados de Dios, los dos (por ejemplo: yendo a Misa, orando, leyendo vidas de santos, aprendiendo de Teología del Cuerpo, haciendo Apostolado y conociendo el método Creighton juntos) cuando en humildad lo ponemos al centro de nuestra familia.
Agradezco con toda el alma haber interiorizado esta verdad de que mi esposo y yo nos casamos con Cristo y por Cristo. Que no nada más recibimos una bendición al unirnos como esposos, sino que Dios ha hecho realmente una Alianza indisoluble con nosotros. Que nos ha hecho co-creadores con Él. Que nos ama locamente y que a pesar de nuestras fallas desea habitar entre nosotros desde hoy y hasta la eternidad.
Siempre habrá roces y dificultades en el caminar como esposos, pero sólo con Él podemos tener la certeza de que encontraremos dicha y crecimiento en el llanto “dichosos los que lloran, pues serán consolados” cómo dice el Evangelio.
Nuestro Matrimonio en Cristo ha sido fuente de conversión para mi… a los dos años de casada el Señor me mostró su rostro y me invitó a conocerlo de verdad.
- La paternidad y el Homeschool nos han ido desprendiendo de nuestros apegos (y nos sigue refinando a diario).
- La enfermedad nos ha hecho valorarnos y entendernos más.
- Abrazar la planificación familiar natural ha sido todo un reto, pero nos sigue puliendo a diario.
Si yo hubiera sabido lo que hoy sé sobre el sacramento del Matrimonio el día de nuestra Boda, no hubiera dejado de llorar de gozo…
El padre dijo en la homilía que ser cristiano es morir continuamente y resucitar. Y el Matrimonio como vocación nos ayuda a profundizar en esta verdad.
Si se van a casar los invito de corazón a que crezcan en amistad con Nuestro Buen Jesús, que lean los documentos papales sobre Matrimonio y Familia, que recen el Rosario, que vayan a Adoración Eucarística cada semana, que busquen un director espiritual… y si te casaste, como yo, sin profundizar en lo que Dios haría en ti o pediría de ti a través del sacramento, o aún no se han casado por la Iglesia, recuerda que nunca es tarde.
Ábranle las puertas al Amado a través de todo esto y pídanle en oración que los fortalezca en sus batallas, que se quede al centro de su familia y que les revele su misión y cuánto los ama.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 20 de marzo de 2022 No. 1393