“Debes abandonarte a Dios totalmente como si todo dependiera sólo de Él, pero hacer todo lo posible como si todo dependiera de ti” Victoria Tsaider, estudiante de la Doctrina católica desde Ucrania
Por Ana Paula Morales
– Hola Victoria ¿Puedes contarnos un poco sobre tu interés por los estudios de teología, filosofía y traducción de textos? Es decir, si esta motivación a estudiar nació por una educación católica desde que eras una niña o por conversión al conocer a Dios en algún acontecimiento importante para ti.
> Yo nací en una familia católica practicante. Como vivo en el Oeste de Ucrania, casi todas las familias son católicas. Cada semana, los domingos, iba a la Misa con mi familia. En mi familia somos 10 hijos. Yo crecía en la fe que nos trasmitían mis padres, haciéndose cada vez más sólida, sobre todo en los momentos cuando tuvimos que defender nuestra fe y mostrar si realmente éramos católicos practicantes o sólo de palabra y de tradición, porque crecimos en una familia católica.
Me acuerdo de que, desde la adolescencia, después de unos momentos fuertes, en mi familia o en la escuela o si teníamos una gran fiesta, sentía un vacío dentro de mi alma y cuando volvía a casa, yo me ponía a pensar sobre el valor de estos festejos, si tienen sentido, qué hay detrás de cada cosa, si son importantes o no lo son, si termina ahí o hay algo más.
En el 2009 cuando yo tenía 15 años, en mi ciudad, los religiosos del Instituto del Verbo Encarnado hicieron una misión popular, así conocí a los del Verbo Encarnado. Luego, dos años después, entré en la universidad y fue desde allí que empecé otra vez a preguntarme de una manera muy seria sobre el valor de las cosas de la vida. En ese entonces yo vivía en una residencia de los estudiantes. Lo que encontré allí fue un ambiente muy mundano y deteriorado que no tenía ni apreciaba los valores que tenía yo. Me sentía mal, así que fue ahí que tuve que decidir si estaba luchando por vivir en la pureza, por no mentir, por defender la vida desde el momento de su concepción entre otras. Entonces empecé a indagar en mi fe y en Dios como el fundamento de todas las cosas.
Por otro lado, cuando tuve la posibilidad de ir a estudiar filosofía y teología, junto con las hermanas de la congregación en Italia, decidí ir con ellas. Es una congregación que nació en Argentina el 25 de marzo de 1984. El fundador es el Padre Carlos Miguel Buela. Pude conocer la vida religiosa y su misión dentro de la Iglesia. Cuando regresé de Italia empecé a estudiar idiomas porque me gustan.
Cuando empezó la guerra, quise aprovechar los conocimientos que tengo. Decidí participar y apoyar mi nación contribuyendo en hacer llegar la verdad de lo que acontece al mundo hispanohablante, y es así como contribuyo con mi granito de arena.
En la universidad de Iván Frankó de Lviv creamos un grupo donde participan estudiantes de la facultad de lenguas, así como los de la facultad de periodismo y los profesores. Los periodistas que hacen prácticas en la frontera o en el frente, recogen la información, la procesan y nos la envían a nosotros para que lo traduzcamos a diferentes idiomas. Somos aproximadamente 700 personas en el grupo que hacemos traducciones a más de 20 idiomas. Es así como luchamos contra la desinformación expandiendo la verdad y dándola a conocerla.
Aquí en Ucrania inclusive las abuelas ayudan haciendo pan y los voluntarios que gestionan la ayuda humanitaria, otros traducimos.
– ¿Cómo ha sido para ti y tu familia la experiencia de la guerra? ¿Te ha tocado escuchar los bombardeos o estar cerca de la zona de mayor impacto de esta guerra?
> Yo estaba en Lviv los dos primeros días cuando empezó guerra y luego fui al pueblo. No escuché los bombardeos porque en Lviv no había bombarderos directos, pero sí me tocó estar en un refugio protegiéndome.
El refugio de mi edificio en Lviv no había sido preparado para esto. Yo y otros residentes de mi edificio que salieron de las casas al escuchar las sirenas corrimos hacia ese lugar donde nos quedamos de pie o sentados en cualquier lugar. Todavía no parecía algo real, pero poco a poco se iban organizando las cosas. El segundo día vino mi hermano y me recogió en su coche, de esta forma logré regresar al pueblo, que está a 50 kilómetros de Lviv.
Desde el inicio de la guerra, en la universidad de Iván Frankó de Lviv se formó un grupo de personas de la Facultad de las Lenguas y del Periodismo que decidieron de forma desinteresada y muy patriota aportar su granito de arena para combatir la desinformación que se estaba presentando en esos momentos, la finalidad del grupo era llevar al mundo la verdad de lo que estaba aconteciendo en Ucrania a través de una página web, Telegram, así como en Twitter y en YouTube. Desde el segundo día me añadieron al chat general de la Universidad y, bueno, empecé a trabajar en este grupo de la universidad que traduce las noticias y las envía a través de los medios antes mencionados para expandir la información. De igual manera, creé un grupo de Whatsapp para compartir las noticias del día a día acerca de la guerra a las personas que conozco.
– En este contexto de guerra, ¿has tenido la oportunidad de reflexionar más sobre tu fe, es decir, tu relación con Dios, reconocer en el sufrimiento un modo de ofrenda a Dios por las víctimas de la guerra, darle tiempo especial a la oración, etc.?
> Bueno, desde el principio que tuve que ir al refugio, empecé a pensar en mi relación con Dios, porque había un peligro real de muerte, empecé a reflexionar sobre el valor que le doy a las cosas, analizar si estaba apegada a algo o si le daba valor a las cosas que realmente no valían. Durante estas tres semanas que ha durado la guerra muchas veces me ha llegado la necesidad de repensar en el valor que doy a las cosas.
Cuando escuché las sirenas por primera vez, tuve mucho miedo, corrí al refugio, parecía que ya iba a morir, escribí a mis padres que estaba refugiándose junto con mi hermana. Estando en el refugio, el peligro de muerte me ha llevado a repensar toda mi vida y al final abandonarme a la providencia de Dios. Cuando se dio el aviso que ya no había peligro y que podíamos salir de allí, regresamos a casa y esa misma noche fuimos al lugar donde estaban todos los soldados que se preparaban para partir hacia Kyiv, entre ellos se encontraba mi hermano Ihor. Mi hermana y yo compramos medicinas de primera necesidad y un poco de comida y se lo llevamos a hermano. Él estaba de buen humor, nos dijo que iba a volver con la victoria, ya que era la lucha por nuestra independencia así que deberíamos ganarla. Luego por la noche regresamos caminado a casa y al día siguiente fuimos al pueblo.
Por otro lado, cuando empecé en este grupo de traducción había otro peligro: caer en un activismo y dar menos importancia a la oración. Entonces es cuando tuve que detenerme y volver a pensar si realmente todo depende solo de mi o no.
Con el trascurrir de los días, volví a repensar y reevaluar las cosas y situaciones que se presentaban. Al final, como dicen todos los santos, debes abandonarte totalmente a Dios como si todo dependiera sólo de Él, pero hacer todo lo posible como si todo dependiera de ti. Así, cuando tenemos adversidad en nuestros días o algún tipo de sufrimiento o incomodidad eso es también un modo de ofrecer a Dios las fatigas por las víctimas de la guerra. La única cosa que pedía yo, ya que no puedo prevenir que mueran, que mueran sin pecado mortal o con un arrepentimiento perfecto para poder salvarse.
– ¿Qué cambios has visto en la fe católica de los fieles en Ucrania? Es decir, si hay más actitud de conversión, de penitencia, de acercarse más a Dios y a la oración, etc.
> Podría hablar de mi familia y de los conocidos que tengo. Como había dicho, en el Oeste de Ucrania hay mucha gente que va a la Misa semanalmente, además se habían formado grupos de oración en varias parroquias, como es el caso de nuestra diócesis donde se dándole la opción a la gente de inscribirse y rezar en cualquier hora de la noche o del día. Así que rezaban de una manera continua.
En mi familia, normalmente, antes de ir a dormir rezábamos juntos todos los miembros de esta. Pero con las rutinas y los afanes de cada uno, vivíamos por separado y se había perdido esto. En estos momentos tan difíciles y que estamos todos en casa rezamos juntos, por ejemplo, el Rosario.
Jamás había visto que mi hermana menor rezara tanto –es la más joven de la casa–, antes no rezaba mucho; pero ahora puede rezar hasta una hora sin pausa, cuando quizás antes duraba unos 5 o 6 minutos en oración.
Pasando a otra región, los amigos que tengo allá, empezaron a participar en el rezo del Rosario cada día, y también se formó un grupo de oración que reza de una manera ininterrumpida. Pero no sólo eso, sino que participan todo el día; y, cuando les toca a una hora concreta en su turno, se van a rezar el Rosario en la Iglesia.
– ¿Qué esperanza te genera el hecho que el Papa Francisco consagrará a Rusia y Ucrania este 25 de marzo al Inmaculado Corazón de María?
> Espero que Rusia se convierta, sobre todo las autoridades y los políticos para que puedan tomar decisiones sabias y correctas. También espero que termine esta guerra, que llegue por fin la paz tan ansiada por todos, por todas las naciones.
Le pedimos esa gracia a María que como mediadora puede concedernos las gracias que pueden cambiar el corazón humano y traernos esa paz, la que anhelamos y esperamos.