Estaba al alba María,
llamándole con sus lágrimas.

Vino la Gloria del Padre
y amaneció el primer día.
Envuelto en la blanca túnica
de su propia luz divina
-la sábana de la muerte
dejada en tumba vacía-,
Jesús, alzado, reinaba;
pero ella no lo veía.

Estaba al alba María,
la fiel esposa que aguarda.

Mueva al Espíritu al aura
en el jardín de la vida.
Las flores huelen la Pascua
de la carne sin mancilla,
y quede quieta la esposa
sin preguntar ni fatiga.
¡Ya está delante el esposo,
venido de la colina!

Estaba la alba María,
porque era la enamorada. Amén.

Himno de Laudes Domingo de Resurección

Imagen de Gert Spießhofer en Pixabay

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