Entrevista a Mons. Francisco Antonio Ceballos, obispo de Riohacha (Colombia) y responsable del Departamento de Promoción y Defensa de la Vida en la Conferencia Episcopal de Colombia.
Ante la sentencia de la Corte Constitucional, en la que despenaliza el Suicidio Médicamente Asistido (SMA), esto el pasado 12 de mayo, los obispo de Colombia expresaron su profundo dolor frente a esta decisión.

Por Ana Paula Morales

¿A dónde nos lleva una situación cómo está? Con una corte constitucional que aprueba el aborto, la eutanasia. Siendo un país tan católico.

Las últimas decisiones de la Corte Institucional Colombiana al despenalizar el aborto hasta la vigésima cuarta semana de gestación, despenalizar el Suicidio Asistido o la Eutanasia y despenalizar también lo que se ha dicho hoy como el Suicidio Médicamente Asistido, como pueblo colombiano y como Conferencia Episcopal nos llena de profunda tristeza. No sabemos hacia dónde nos va llevando estas decisiones y no sabemos que sigue de ahora en adelante.

Es verdad que somos un pueblo profundamente católico, pero tenemos legisladores que se apartan de estos principios fundamentales de nuestra fe. Y más que de los principios fundamentales de la fe, se apartan de la Constitución Colombiana que en el art. 11 defiende la vida.

Las decisiones que se tomen y estén dictaminadas a su protección, es lo que pretendemos nosotros, hacia la defensa y el cuidado y no a su destrucción. Y lo que vemos ahora son todas esas decisiones contribuyendo a la destrucción de la vida. Sí, es verdad, estamos en una cultura de la muerte.

Como sociedad estamos llamados a recibir la vida y conservarla con gratitud, como decimos nosotros los obispos de Colombia en el comunicado que acaba de salir: Elegir en toda circunstancia los medios necesarios humanos, científicos y espirituales para rodearla de sentido y valor.

Los obispos de la Iglesia Católica hacemos un llamado a las autoridades del país para que siendo consecuentes con el valor inviolable de la vida humana, conforme lo consagra la Constitución Colombiana en el art. 11, las decisiones que se tomen estén encaminadas a su protección, defensa y cuidado, y no a su destrucción.

Como sociedad estamos llamados a recibir la vida y a conservarla con gratitud, a elegir en toda circunstancia los medios necesarios humanos, científicos y espirituales para rodearla de sentido y valor, como decimos nosotros en el comunicado de hoy 12 de mayo de 2022.

Pero también nos dirigimos a las personas que sufren, a las familias y a todo ser humano, a ellos como obispos los exhortamos a rechazar la tentación, a veces inducida por los cambios legislativos de usar la medicina para producir la muerte. Sabemos que la medicina se ha creado para defender, cuidar, custodiar y proteger la vida y no dar la muerte.

También decimos en este comunicado que ningún agente sanitario puede ser forzado a colaborar en la muerte de otros, es que su conciencia se lo impide. Por lo tanto, se ha de garantizar siempre el derecho fundamental de la objeción de conciencia personal, así como que sean salvaguardados los principios de la misión y visión de las instituciones conforme a su naturaleza que las identifica en favor de la vida. Que busque, a partir del principio de la dignidad humana, no existe el derecho fundamental a la muerte digna sino el derecho a la vida. Los Pastores de la Iglesia reiteramos, por tanto, nuestro compromiso de ser proclamadores del Evangelio de la vida y la esperanza.

¿Cómo ayudar desde la jerarquía a la gente que se encuentra así? ¿Cuál es el papel de los laicos?

Los Pastores de la Iglesia Católica en Colombia y en el mundo, y no solamente de los Pastores sino también de los laicos comprometidos, de la familia de los enfermos pienso yo que de acompañamiento. Tratar de mitigar el dolor de estas personas que sufren en su cuerpo y, digámoslo así, en su alma que sienten un dolor profundo, a veces porque sienten solos y abandonados, a veces porque no se les asiste con los medicamentos paliativos, y a veces porque se les olvida absolutamente todo. Entonces todo les hace sentir que con como una carga para la misma familia.

Cuando está junto al enfermo, cuando con el enfermo oramos o cuando lo asistimos, con seguridad que no toma fácilmente una decisión de acabar con su existencia. Por lo tanto, nosotros tenemos que ser cuidadores, nosotros tenemos que estar muy cerca de estas personas que están sufriendo, para darles una palabra de ánimo, de aliento y también para acompañarlos a un bien morir.

¿Qué les puede decir a los católicos de América Latina para evitar que esto se replique en otros países?

Para nadie es un secreto que estamos viviendo en la cultura de la muerte que es avalada por nuestros legisladores. ¿Qué decir a los católicos de América Latina para evitar que esto se replique en otros países?

Pienso yo que fundamentalmente está en nuestras manos elegir personas idóneas, humanistas, que defiendan la vida humana desde la concepción hasta la muerte, es un elemento fundamental que está en nuestras manos.

El otro elemento para nosotros como católicos es la oración. Orar para que haya legisladores profundamente cristianos y respetuosos de la vida. Pero también formarnos en la conciencia. Pienso que, si no formamos una conciencia recta, si no estimamos la vida del ser humano, si nosotros no buscamos esos elementos que nos ayudan a dignificarnos como personas, fácilmente caeremos ante estas tentaciones que el mundo con esta cultura de la muerte nos está ofreciendo por doquier.

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