Pío XII afirmó en 1958 que las familias grandes son “las más bendecidas por Dios, predilectas y estimadas por la Iglesia como preciosísimos tesoros”, y agregó que “la familia numerosa bien ordenada es casi un santuario visible”.

En el rito matrimonial, la Iglesia les hace esta pregunta a los futuros esposos como condición para recibir el sacramento: “¿Están dispuestos a recibir con amor los hijos que Dios les dé y educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?”.

En estos dos puntos anteriores está la clave por la que procrear hijos, incluso procrear muchos hijos, de ninguna manera tiene por qué ser equivalente a una forma de paternidad irresponsable: la familia ha de estar bien ordenada —ordenada en Dios— y los padres deben educar a sus hijos de manera que se conviertan en discípulos de Jesús y, por tanto, en gente de bien.

Creados para el Cielo

Existe una vieja afirmación teológica, sostenida por san Cipriano, san Agustín y otros santos y místicos, según la cual el ser humano fue creado para llenar los huecos que dejaron en el Cielo los ángeles caídos (demonios). Sólo cuando tales lugares se llenen vendrá el fin del mundo.

Y puesto que aún no ocurre el Juicio Final, es porque en los planes de Dios aún falta gente por nacer.

Si la madre Teresa de Calcuta conocía o no dicha afirmación teológica, igual decía con esa sencillez que la caracterizaba: “Los niños son como las estrellas: nunca hay demasiados”.

En resumen, nadie ha nacido “de más”. Pero ciertamente no todos los que nacen han cumplido el designio divino, ya que el Señor creó libres a los seres humanos, tal como creó libres a los ángeles, de ahí que una tercera parte de éstos se rebelaran contra Dios y fueran expulsados del Cielo (Apocalipsis 12, 4a. 7-8).

Pero, en medio de esta rebeldía, “el Diablo ha bajado donde vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo” (Apocalipsis 12, 12). Él y sus huestes intentan retrasar lo más posible el plan de Dios, y con astucia inspiran ideologías encaminadas a reducir el número de nacimientos y el número de personas que salvan su alma:

Al menos cincuenta millones de bebés son abortados cada año, pequeños que al no recibir el Bautismo posiblemente no ocupan un lugar en el Cielo — “no gozan de Dios pero tampoco sufren”, escribió san Pío X en su catecismo—, ideología de género que imposibilita la procreación, políticas públicas destinadas a reducir la natalidad, corrientes de pensamiento ecológico radical como la del Movimiento Voluntario de Extinción Humana, y personajes conocidos que no han escondido sus intenciones antidemográficas: “Es necesario que reduzcamos la población humana a menos de mil millones” (Paul Watson, escritor y ambientalista); “Una población total de 250 a 300 millones de personas, una disminución del 95% de los niveles actuales, sería ideal” (Ted Turner, fundador de CNN); “Mis tres metas fundamentales serían reducir la población mundial a unos cien millones de habitantes, destruir el tejido industrial y procurar que la vida salvaje, con todas sus especies, se recobre” (Dave Foreman, cofundador de Earth First!); etc.

Dios y los niños

  • “Se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ‘¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?’. Él llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: ‘Yo les aseguro: si no cambian y se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos” (Mateo 18, 1-4).
  • El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a Mí me recibe. Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en Mí, más le valdría que le amarraran al cuello una gran piedra de molino y que lo hundieran en lo profundo del mar” (Mateo 18, 5-6).
  • “Entonces le trajeron a Jesús unos niños para que les impusiera las manos y rezara por ellos; pero los discípulos los reñían. Mas Jesús les dijo: ‘Dejen que los niños vengan a Mí, y no se lo impidan porque de los que son como ellos es el Reino de los Cielos” (Mateo 19, 13-14).

TEMA DE LA SEMANA: “HACIA UN PLANETA SIN NIÑOS”

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 12 de junio de 2022 No. 1405

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