Robert Oscar López, un profesor de inglés en la Universidad Estatal de California, cuenta: “Mi madre y mi padre se separaron cuando yo nací. Cuando yo tenía dos años, mi madre comenzó una relación con una mujer, que duró hasta mis 19 años cuando falleció mi madre.
“En 1998, cuando tenía 27 años, me diagnosticaron un tumor. En ese momento sentí la necesidad de llamar a mi padre. Tenía unas ganas tremendas de decirle: ‘¡Yo soy tu hijo y tú eres mi padre!’ La emoción fue grande cuando pude decírselo en persona un poco más tarde, cuando vino a visitarme. Encontrar a mi padre cambió mi vida: me sentí una persona completa de nuevo. Una parte de mí que me habían robado, en ese instante volvió a ponerse en su lugar”.
Efectos de la ausencia del padre
Numerosos análisis sociológicos confirman que la figura paterna es radicalmente importante en la vida de cualquier ser humano. En un estudio realizado por The National Center for Fathering (NCF) en EU se descubrió que crecer sin un papá duplica el riesgo de que niños o adolescentes se suiciden, además hay diez veces más probabilidades de que se vuelvan drogadictos o alcohólicos, nueve veces más probabilidades de que abandonen la escuela, once veces más probabilidades de que tengan comportamientos impulsivos y violentos, y veinte veces más probabilidades de que sean encarcelados.
En Estados Unidos el 80% de los adolescentes internados en hospitales psiquiátricos y el 70% de los que están encerrados en centros de detención juvenil no tienen padre; además el 60% de los violadores fueron criados en hogares donde faltó la figura paterna.
La falta del padre afecta más a los hijos varones, pues las hijas tienen a sus madres para identificarse, mas los hombres no encuentran un modelo de identificación, así que sufren más. Sin embargo, eso no significa que las hijas no resulten afectadas: las niñas y adolescentes que crecen sin un padre tienen más probabilidades de deprimirse, más probabilidades de autolesionarse y más probabilidades de ser promiscuas y tener embarazos no deseados.
Es que los padres, por su naturaleza, aseguran la identidad, inculcan dirección, dan disciplina, límites, y constituyen un ejemplo para los hijos.
Los psicólogos constatan que hasta en los hogares donde sólo hay madre y todo parece ir muy bien, los adolescentes y jóvenes se sienten vacíos y subconscientemente buscan una figura paternal.
Rechazo actual
A pesar de todo lo anterior, la cultura actual está rechazando el papel de los padres, especialmente desde las filas del feminismo radical, que enseña: “Los hombres no son necesarios, los podríamos exterminar”. Desde la década de los 70, esta ideología ha tergiversado el significado del término “patriarcado” para que ya no signifique el gobierno de los ancianos sabios de una comunidad, sino, desde al análisis marxista de la realidad, “un sistema de dominación y explotación contra las mujeres”.
Dígase lo que se diga, los papás son indispensables, como sostiene Heather Barwick, una abogada que sabe lo triste que es criarse en un hogar sin padre: “Crecí rodeada de mujeres que decían que no necesitaban o querían a un hombre”; pero una “estructura familiar” así “nos niega algo que necesitamos”, y “nos dice que estaremos bien. Pero nosotros no estamos bien. Nosotros estamos sufriendo”.
TEMA DE LA SEMANA: “SER PADRE: EL DON ABSOLUTO DE SÍ MISMO”
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 19 de junio de 2022 No. 1406