Por Marcela Zapata / Magdala

Para imaginar a María la de Magdala en su día a día en el siglo I, en la región de Galilea, necesitamos hacer un viaje al pasado con los ojos de la imaginación pero con la ayuda de la arqueología. Podrían venir a la mente estas preguntas, ¿cómo era su vida y la de otras mujeres? ¿Qué actividades pudieron haber realizado en un asentamiento judío de esa época? Empecemos por decir que la población de Migdal era muy observante de las leyes judías, ¿cómo sabemos esto? Por las 2 sinagogas descubiertas hasta el momento, por la piedra de Magdala, por los 4 miqwa’ot o baños de purificación ritual, por la cerámica elaborada con materia prima local, los vasos de caliza, las lámparas de aceite, las monedas, los objetos de vidrio… Así que María Magdalena, debió usar esos objetos en su día a día, para cocinar, para alumbrarse por las calles o al interior de las casas, debió visitar la sinagoga y por qué no pensar que realizaba periódicamente sus inmersiones en los miqwa’ot siguiendo los preceptos de pureza y demostrando su ethnos Ioudaios.

Recientemente se han realizado estudios de arqueometría, en los laboratorios de la Universidad de València, para poder saber para qué se utilizaban los objetos miniatura elaborados en vidrio y descubiertos en la zona del mercado de Migdal. Hoy sabemos que estos objetos fueron elaborados con técnicas de vidrio soplado y modelado, también podemos decir que se usaban para guardar ungüentos medicinales y cosméticos. ¿Te imaginas a María Magdalena caminando por el mercado comparando estos frascos miniatura de vidrio? Muy probablemente ella, al igual que las otras mujeres que vivían en Magdala utilizaban los ungüentos y los cosméticos en su vida cotidiana, nada extraordinario para una mujer judía de esa época.

Publicado en madgala.org

 

 

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