Por Mary Velázquez Dorantes
Josep Solé Coll es el organista titular de la Basílica papal de San Pedro del Vaticano, se trata de un reconocido organista litúrgico de origen español, que ha ejercido en las principales parroquias de su ciudad natal, así como en las basílicas de Santa María Maggiore y San Lorenzo en Italia. Actualmente es el organista de las celebraciones litúrgicas del Santo Padre. Durante su carrera como solista ha estado en la mayoría de los países europeos, en Estados Unidos, en Canadá, Rusia y China. Durante este año, a través del Instituto de Pro Arte y Cultura del Semidesierto Queretano, ofreció varios conciertos en México, comenzado en la Parroquia de San Pedro y San Pablo de Cadereyta de Montes y en la Basílica menor de Nuestra Señora de los Dolores en Soriano. El Observador de la Actualidad conversó con el:
¿Cómo se puede recuperar en México el tesoro oculto de los órganos tubulares de las Iglesias?
▶ Es un trabajo arduo, pero justamente podemos empezar a través del trabajo de las instituciones como Pro Arte y Cultura de Querétaro, porque son instituciones que nos ayudan a crear y buscar soluciones que nos permitan recuperar en primera instancia los instrumentos, y todo lo que conlleva la recuperación de órgano, que es evidentemente todo el repertorio, la figura del organista, la figura del coro, el director del coro y en segunda instancia recuperar la importancia dentro de la liturgia.
¿Cuál es el valor simbólico del órgano y del organista justamente dentro de la liturgia?
▶ Siempre se ha dicho que la música es parte integrante de la liturgia, por lo tanto no es un añadido, no hablamos de valores simbólicos sino de valores reales porque es necesaria la figura del órgano, la del organista, la del coro y de la música dentro de esta. Con la música se comenta la Palabra de Dios, el objetivo dentro de la liturgia es elevar las almas a nuestro Señor, y con ella la Palabra de Dios.
Existe un período en la Edad Media cuando surge la presencia del órgano en las Iglesias, posteriormente se reafirma en el Renacimiento, ¿actualmente las nuevas generaciones pueden relacionar a la Iglesia con la música que se produce a través de este instrumento?
Prácticamente es una relación que está ahí, que ha estado siempre y que tendrá que estar siempre ahí. El órgano y la música litúrgica nacen de toda la iglesia y nace para la Iglesia, por lo tanto, para los jóvenes de hoy en día tiene que seguir siendo así. Quizás sea necesario la predisposición que se tenga por parte de ellos y también el nivel comunicativo del organista y del músico de la iglesia.
¿Cómo se prepara un organista para iniciar su presentación dentro del acto litúrgico?
▶ En primer lugar esta toda la parte de la formación, la carrera de órgano es una carrera universitaria y después esta la parte vivencial y personal del organista litúrgico. Yo siempre he dicho que está figura es una persona que tiene que ser creyente para poder tocar, antes de participar en la celebración tiene que leer las lecturas e interiorizar la Palabra de Dios, para después elegir una pieza u otra.
¿Cuáles han sido sus retos como organista?
▶ Sinceramente me he dejado llevar. Lo único que sí ha sido un punto importante en mi vida ha sido dejar España para irme a Roma, es la única ruptura porque allí tocaba en una iglesia y cuando llegué a Roma fue específicamente hacer este trabajo. Cambiar de país es un punto de partida, pero no me considero una persona ambiciosa que diga “quiero tocar aquí o quiero hacer tal o cual cosa”, así han venido sucediendo las cosas”.
¿Cuál es el momento culmen de la presencia del órgano en liturgia?
▶ Es hasta el Concilio Vaticano Segundo que se quiso que el órgano acompañará el canto de la asamblea y el canto de la tradición litúrgica católica, porque en la tradición protestante y anglicana el órgano ha estado presente. Es hasta 1965 que se habla de la participación del órgano; prácticamente es muy nueva.
¿Cómo ha reaccionado el pueblo mexicano a los conciertos del órgano?
▶ Estoy sorprendido y feliz, porque hay mucha acogida y veo cómo la gente es feliz de venir a un concierto de órgano. He tocado otras veces en México, y el mexicano es muy católico y devoto, es muy participativo.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 21 de agosto de 2022 No. 1415