Dios concedió la gracia de que en este año sucediera un importante acontecimiento en favor de la vida humana:

El 24 de junio, en la festividad de san Juan Bautista, se revocó en Estados Unidos el dictamen del juicio Roe vs. Wade de 1973, en el cual, mediante testimonios falsos, se había conseguido imponer en todo aquel país el aborto como un “derecho”, y violándose de paso la soberanía de los estados. Además, como la jurisprudencia constitucional estadounidense suele tener gran influencia en los grandes tribunales de otros países, Roe vs. Wade sirvió de base para extender el aborto por todo el planeta.

Cancelado el fallo de 1973, los estados de Kentucky, Luisiana y Dakota del Sur anularon el mismo 24 de junio de 2022 el “derecho” a abortar en su territorio. Más tarde lo hicieron otros, como Alabama, Arkansas, Mississippi, Missouri, Oklahoma, Dakota del Sur y Texas, mientras que unos más, como Arizona, Georgia, Iowa, Michigan, Ohio, Carolina del Sur y Tennessee, no desaparecieron el aborto pero al menos lo restringieron.

Es necesario seguir trabajando

Sin embargo, no es posible conformarse con esto; hay que acabar con el aborto en todas partes, pues aún constituye el mayor genocidio de la historia.

De acuerdo con datos del sitio Worldometers.info, que presenta estadísticas mundiales de fuentes oficiales, apenas en los primeros 18 días de 2022 fueron asesinados en el planeta, vía aborto, más de dos millones de bebés.

Mueren 5 veces más seres humanos por ser abortados que por cáncer, y 24 veces más que por VIH/SIDA. Más o menos de cada 4 embarazos que ocurren en el mundo, uno de ellos acaba en aborto provocado.

Catherine Glenn Foster, presidenta y directora ejecutiva de la asociación de abogados pro-vida Americans United for Life, cuenta que durante 49 años estuvieron trabajando para derrocar a Roe, y que ahora, que ya se logró, “hay que seguir trabajando en la ley sobre el aborto para limitarlo, restringirlo, abolirlo por completo”.

Al mismo tiempo, “debemos responder a las necesidades de las mujeres y las madres mediante la creación y el apoyo de un espectro abundante de opciones que afirmen la vida”.

Es que, “durante demasiado tiempo el aborto se ha presentado como una respuesta única para el embarazo. Ya sabes, estás embarazada y estás ocupada en el trabajo: aborto. Estás embarazada y tienes problemas económicos: aborto. Estás embarazada y tienes una relación conflictiva con el padre: aborto’. Y eso está mal. Necesitamos hacerlo mejor. Podemos hacerlo mejor y debemos hacerlo mejor y no simplemente tragarnos los puntos de conversación de los intereses corporativos multimillonarios del aborto”.

“Todo aborto es la historia de un fracaso”.

Catherine Glenn sabe de lo que habla: “A mis 19 años yo tenía miedo y me sentía atrapada, y así fue como terminé abortando, porque no sabía que había otra opción. No sabía si había recursos. Estaba aterrorizada”.

El llamado entonces es a dar opciones a las mujeres para que, si tienen un embarazo en circunstancias difíciles, no caigan en la creencia equivocada de que no hay más alternativa que el aborto.

“Trabajemos juntos para proporcionar recursos, empoderar a las mujeres y restaurar a los hombres en el lugar que les corresponde”.

El aborto “no llega al corazón del problema. Eso no responde a las necesidades de las mujeres”.

“Las mujeres necesitan más información y ayuda para no verse abocadas al aborto. Debemos explicarles la verdad sobre el aborto”.

Imagen de H. Hach en Pixabay

TEMA DE LA SEMANA: «ALTERNATIVAS Y ACCIONES PARA QUE VIVAN LOS DOS”

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 14 de agosto de 2022 No. 1414

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