La visión del mundo
El mundo premia y aplaude a los ricos, a los famosos y a los poderosos, a quienes considera personas exitosas.
En las matemáticas financieras, la ganancia sólo es posible si se incrementan los números.
Una de las metas del hombre de éxito es alcanzar las más altas posiciones para ya no tener que servir a los otros, sino ser servido.
El que es exitosos según el mundo, cuida ávidamente sus recursos, pues piensa que si los comparte se empobrecerá.
Para este mundo, los bienaventurados son los ricos, porque lo tienen todo, porque son alabados, porque poseen la tierra, y porque ríen en lugar de llorar pues todas las cosas les resultan tal y como las desean.
La visión del Evangelio
Dios premia y aplaude a los verdaderamente humildes: “El que se humilla será engrandecido” (Lucas 14, 11).
En las matemáticas del Reino de los Cielos hay que perder para ganar: “El quien quiera salvar su vida, la perderá, y quien pierda la vida por Mí y el Evangelio, ése la salvará” (Marcos 8, 35).
Dios enseña: “Si alguno de ustedes quiere ser el primero entre ustedes, que se haga el esclavo de todos. Hagan como el Hijo del Hombre, que no vino a ser servido, sino a servir” (Mateo 20, 27-28).
El Evangelio enseña a compartir para recibir: “Den y se les dará; se les echará en su delantal una medida colmada, apretada y rebosante” (Lucas 6, 38).
Para Dios, los bienaventurados son los pobres de espíritu (los no apegados a los bienes de este mundo), los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los pacíficos y los perseguidos por la causa de Dios. Ellos serán los que obtengan la herencia del Cielo.
TEMA DE LA SEMANA: “EL ÉXITO, SEGÚN EL MUNDO Y SEGÚN DIOS”
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 18 de septiembre de 2022 No. 1419