El nuevo Obispo Auxiliar de México reflexiona sobre el término utilizado por el Papa y la urgencia de aplicar esta terapia en la CDMX.
Por Roberto Alcántara Flores / Desde la fe
La “cariñoterapia” fue el término que marcó la visita del Papa Francisco al Hospital Infantil “Federico Gómez” de la Ciudad de México en 2016. Con esa palabra, el Santo Padre explicaba la importancia de hacer que los niños enfermos se sientan amados para acelerar su recuperación. Hoy en día, este tipo de terapia resulta de vital importancia, no sólo en los nosocomios, sino en toda la sociedad.
Esta es la idea que pasa por la cabeza del nuevo obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, Mons. Francisco Javier Acero Pérez, quien aquel día -14 de febrero de 2016- se encontraba muy cerca del Pontífice en el hospital, pues gran parte de su ministerio lo ha dedicado a la atención espiritual de quienes padecen alguna enfermedad, especialmente niños.
Desacomodarse y pisar la calle
El nuevo Obispo Auxiliar de México -nombrado este 15 de septiembre por el Papa Francisco– fue fundador del Centro de Acompañamiento y Recuperación de Desarrollo Integral (CARDI) que vela por el bienestar de los enfermos de escasos recursos y de sus familiares, en los hospitales públicos de la Colonia Doctores de la capital del país.
“La ‘cariñoterapia’ es tan necesaria ahora en el mundo, en el país, en la Arquidiócesis de México”, considera Mons. Francisco Javier Acero al traer a su memoria el encuentro del Papa con los niños del “Federico Gómez”. Y continúa: “Pero no se trata sólo de acompañar a las personas, sino de cercanía y escuchar, como lo ha dicho el Santo Padre”.
Enfermos, el sentido de su vocación
Durante 13 años, Mons. Acero Pérez ha visto de cerca el dolor, el sufrimiento y la muerte en varios hospitales de la Ciudad de México, lo cual -asegura- ha sido clave para dar sentido a su vocación como sacerdote.
“Cada enfermo que he podido tratar, cada familiar en situación de duelo que he tenido que acompañar, al final me enseñan que mi vocación es estar siempre al servicio del Pueblo de Dios, a no quejarme de las cosas y a ser agradecido con lo esencial, que es la propia vida, la propia salud”.
Pero además de los enfermos, algo que le ha motivado en su ministerio es “la fe de los más sencillos, que enseña a valorar la vida; algo que es muy común ver en los hospitales, que son verdaderas universidades de la vida. El Hospital Infantil para mí ha sido una gran escuela de humanidad“.
Y añade: “También la Asociación APAC, que me ha ayudado a redescubrir cómo el ser humano se puede superar a pesar de las muchas dificultades de movilidad que pueda haber. Es uno de los tesoros que tenemos en la Ciudad de México. Uno va a acompañar espiritualmente en esos lugares, pero sale de ahí súper gratificado. Es un oasis lleno de amor y fraternidad“.
Amor y dolor por la Ciudad de México
Mejor conocido como fray Acero, el nuevo obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México nació en Valladolid, España, en 1973, y llegó a México el 2 de septiembre de 1999, por lo que conoce suficientemente las complejas realidades que se viven en la capital. Destaca, por ejemplo, la alegría, así como la capacidad de acogida, de hospitalidad, de la gente.
Pero también hay cosas que le duelen, especialmente las diferencias sociales. “Hay colonias muy pobres y otras muy ricas, sin que unos se preocupen por los otros. Al ser tantos, el individualismo aflora, y no hay programas concretos que nos ayuden a mejorar la ciudad y sobre todos las situaciones precarias de los más vulnerables”.
Por ello, considera como algo “fantástico” la Visita Pastoral que desde octubre de 2021 y hasta junio de 2023 llevan a cabo el cardenal Carlos Aguiar Retes y sus Obispos Auxiliares en todas las iglesias de la Arquidiócesis de México.
“Hay que pisar la calle, escuchar a la gente, desacomodarse. Hoy nuestras oficinas están en la calle, con la gente. En las visitas pastorales uno no va a dar, sino que al final recibes”, dice.
La diversidad enriquece
-Desde la espiritualidad de los Agustinos Recoletos, ¿cómo aportar al caminar de la Arquidiócesis de México?
-Desde nuestro carisma, que es crear comunidad y unidad. Es crear comunión en toda la Iglesia, desde los obispos auxiliares, en los sacerdotes, en el Pueblo de Dios, y sobre todo tener este sentido de unidad en toda la Iglesia, porque la diversidad no nos diferencia, nos enriquece. Eso es lo que aporta San Agustín no sólo a su comunidad agustiniana, sino a toda la Iglesia.
Por esta razón, hizo un llamado al Pueblo de Dios que peregrina en la Arquidiócesis de México a seguir trabajando en el proyecto de evangelización -en las líneas que el cardenal Carlos Aguiar Retes ha marcado, en conjunto con sus obispos auxiliares y vicarios territoriales-, y a sus hermanos de la orden, les pidió seguir aportando su carisma “tan necesario y que enriquece a la Iglesia y a la orden”.
Monseñor Francisco Javier Acero Pérez adelantó que probablemente su ordenación episcopal será en noviembre próximo.
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