Por Angelo De Simone R.

Alguna vez te has preguntado ¿Cómo debe ser el cielo? ¿Qué se sentirá contemplar ese lugar tan anhelado por el corazón? En lo particular creo que Dios nos dejó un trailer de la película celestial en Tierra Santa, especialmente en el Mar de Galilea.

Abundantes matices de azules con una frescura inigualable, cual pintura al óleo, son los colores que podemos observar en esta maravillosa obra de Dios, que en lo particular me invita obligatoriamente a la oración profunda y contemplativa, trasladándome a las preciosas historias de Jesús a lo largo de los Evangelios.

Fe, Confianza y mucha Esperanza, es lo que nos evoca leer estos pasajes, sintiendo y gustando cada espacio que el Mar de Galilea nos puede ofrecer. En lo particular solo me basta con descalzarme, ubicar un lugar tranquilo y sentarme frente al mar recitando una oración preparatoria ignaciana que nunca falla: “Señor, que todos mis deseos, pensamientos y sentimientos, estén orientados a encontrarme contigo”. Es allí donde desde la suave caricia de Dios a través de una brisa, o la frescura que sienten mis pies al estar en contacto con el agua, me hablan de aquel que me amó primero y quiere salvarme. Es una invitación real y tangible para sentir las palabras de Jesús diciéndome: “No estás solo, no tengas miedo, sólo ten fe”.

Ya sea en la barca que te transporta por todo el mar o sentado a orillas del mismo, son increíble los sentimientos que vas experimentando y como vas sintiendo esa paz tan única que experimentaron también los discípulos en aquella tormenta que les inquietó y les hizo tambalear su fe. A veces pienso que no hay mejor analogía que esta para nuestra vida espiritual. Jesús, cuando está en nuestra barca, la barca del corazón tiene una facilidad para apaciguar cualquier tormenta que nuestra propia incredulidad ha originado: miedos, angustias, complejos y heridas; las cuales se ven plenamente sanitizadas en aquel momento donde dejamos entrar a Jesús en nuestro corazón. Él, que nos llamó a la vida, también nos invita a llevar su mensaje hasta los lugares mas remotos del mundo, pero en especial, a aquellas personas que tenemos tan cerca pero que no han experimentado el amor de Dios en su vida.

¿Cómo no amarle y servirle si hemos experimentado y vivido desde lo más profundo esta experiencia de caminar con el sobre el agua? Si, claramente no fue físicamente, pero estoy seguro que cualquiera que ha vivido esta experiencia, ha sentido como el corazón se eleva en ese glorioso mar para encontrarse con Jesús.

Orar a orillas del mar de Galilea transforma la vida, te brinda un adelanto del cielo, te llena de esperanza y fe en un mundo, que necesita de amor, pero, sobre todo, de tu trabajo y esfuerzo para construir la civilización del amor en el mundo entero. Y tú, ¿Te animas a experimentar el amor de Dios a orillas del mar de Galilea?

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 18 de septiembre de 2022 No. 1419

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