Por P. Fernando Pascual

Falta honestidad intelectual cuando se razona con sofismas, cuando se falsean los datos, cuando se cortan frases de otros estudiosos para hacerles decir lo contrario de lo que realmente dijeron.

Son muchas las maneras en las que se falta a la honestidad intelectual. Entre ellas, podemos encontrar un sencillo síntoma o señal, que muestra poca seriedad, que lleva a errores, y que es muy fácil de individual.

Se trata del empleo abusivo del adjetivo “todo” en sus diversas modalidades. “Todo el mundo sabe…” “Todos los científicos afirman…” “Todas las personas han llegado a reconocer que…”

Ese empleo abusivo va, en primer lugar, contra una sencilla ley de la lógica, según la cual toda afirmación universal en materia contingente es de por sí falsa.

Porque es “materia contingente” lo que la gente dice, piensa, escribe, publica. Por lo mismo, resulta relativamente fácil encontrar un solo caso de alguien que sostenga lo contrario de quien dice “todos sabemos actualmente que…”

En segundo lugar, va contra una sencilla regla de la estadística, ciencia experimental, según la cual para poder concluir que “todos piensan que…” haría falta interrogar a un número enorme (idealmente a “todos”) de seres humanos, lo cual es casi imposible, y no siempre garantiza la verdad.

Es casi imposible, porque siempre habrá personas que nunca respondan a cuestionarios que aspiran a conocer lo que piensan todos (o la mayoría). Basta con pensar en las tribus aisladas, a las que nadie les envía ningún formulario de preguntas…

Es casi imposible, además, porque aunque se llegase a un cuestionario respondido por miles de millones de personas, nunca habría certeza de que todos hayan respondido con sinceridad. Y, seguramente, un cuestionario de esas dimensiones mostraría que al menos algunos (tal vez muchos, con sorpresa de los investigadores) dicen lo contrario de lo esperado…

Por eso, cuando escuchemos una conferencia, o leemos un texto, en la que se diga, con una seguridad sorprendente, que “todos pensamos esto”, podemos estar seguros de que falta honestidad intelectual en quien hace tal afirmación.

Es cierto que muchas veces se trata de una exageración consciente: al decir “todos” se alude a una inmensa mayoría. Pues lo mejor, para ser de verdad honestos, es evitar exageraciones, y decir simplemente “una inmensa mayoría cree que…”. Y decirlo, desde luego, solo si de verdad se han hecho las necesarias investigaciones para conocer lo que piensa esa “inmensa mayoría”.

El mundo necesita un baño de honestidad intelectual. Un modo sencillo para ayudarnos a lograr esa meta, consiste en identificar y señalar los errores de quienes sostengan, sin fundamento, que “todos sabemos que…”

Al mismo tiempo, daremos más espacio a quienes sepan expresarse con verdadero sentido de la realidad, desde los datos que hayan alcanzado por haber emprendido investigaciones serias y honestas.

Imagen de Photo Mix en Pixabay

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