Misterios de la Biblia

Liberados de la esclavitud de Egipto, los hebreos se hallaron en zona desértica sin alimentos, así que reclamaron a Moisés y a Aarón: “Nos han traído a este desierto en que todo ese gentío morirá de hambre” (Éxodo 16, 3).

Entonces Dios les envió bandadas de codornices para que comieran carne por la tarde, mientras que por la mañana “apareció sobre el suelo del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha. Cuando los israelitas vieron esto, se dijeron unos a otros: ‘¿Qué es esto?’, pues no sabían lo que era. Y Moisés les dijo: ‘Éste es el pan que Yahveh les da para comer’” (Éxodo 16, 14-16).

Y se le quedó el nombre de maná, pues viene del hebreo man hu, que significa “¿qué es esto?”. Por décadas los hebreos se alimentaron del maná, hasta que entraron en Canaán, la tierra prometida, y se alimentaron de los productos del lugar (Josué 5, 12). La Sagrada Escritura explica que “el maná era parecido a la semilla del cilantro” y que la gente “lo molía o machacaba, y lo cocía o lo preparaba en forma de panes” (Números 11, 7-8).

Algunas versiones de la Biblia dicen que tenía un color amarillo (“color como de bedelio”), y otras que era blanquecino; y mientras unas traducen que “sabía a tortas de harina con aceite”, otras especifican que los panes de maná “sabían dulces como tortas horneadas con aceite de oliva” , y unas más que su sabor era parecido a “hojuelas de miel”.

El hecho es que el misterio biológico del maná no se ha resuelto. Según algunos, pudo ser la resina del árbol del tamarisco, muy abundante al sur del desierto del Sinaí, y que es dulce y aromática, de color amarillo sucio; pero sería muy difícil convertirla en tortas o panes. Se han propuesto otras cosas: que si el maná era el liquen Lecanora esculenta, o el líquido exudado por el tronco del fresno, o la secreción anal azucarada de la cochinilla Trabutina mannipara, o el hongo psicotrópico Psilocybe cubansis que quita el apetito. Pero nada de lo anterior explicaría que se pudieran recoger a diario tanto como 3.88 litros —un gomor (Éxodo 16, 16)—de maná para cada hebreo, y esto por cuarenta años. Eso sólo es posible con un milagro.

¿Qué tiene que ver esto con nosotros?

El maná es bíblicamente una prefiguración de la Eucaristía. Yahveh dijo a Moisés refiriéndose al maná: “Haré llover sobre ustedes pan del cielo” (Éxodo 16, 4). Y ya en el Nuevo Testamento el mismo Jesús hace la comparación entre el maná y su Cuerpo: “En verdad, en verdad les digo: No fue Moisés quien les dio el pan del cielo; es mi Padre el que les da el verdadero Pan del Cielo; (…) Yo soy el Pan que ha bajado del Cielo” (Juan 6, 31-56). Y de esta forma el verdadero Maná ha llegado a nosotros.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 16 de octubre de 2022 No. 1423

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