“El discernimiento es agotador pero indispensable para vivir”

Después de terminar sus catequesis sobre la vejez, el Papa Francisco comenzó el ciclo de catequesis sobre el discernimiento. Conocimiento, experiencia, afecto, voluntad son algunos de los ingredientes que caracterizan esta piedra angular de la espiritualidad ignaciana que requiere una relación filial con Dios

Redacción

En esta primera entrega, Francisco, resalta “que el discernimiento es un acto importante que concierne a todos, porque las elecciones son una parte esencial de la vida. Uno elige la comida, la ropa, un curso de estudio, un trabajo, una relación. En todos ellos se realiza un proyecto de vida, y también se concreta nuestra relación con Dios”.

Condiciones para una buena elección

Francisco presenta el discernimiento “como un ejercicio de inteligencia, y también de habilidad y también de voluntad, para aprovechar el momento favorable: son condiciones para hacer una buena elección. Es necesario inteligencia, habilidad y también voluntad para hacer una buena elección”.

Además, dice que, si queremos que el discernimiento sea operativo, debe tener un costo. Y pone como ejemplo el oficio del pescador, que tiene en cuenta la fatiga, las largas noches en el mar y el descarte de una parte de las capturas, aceptando una pérdida de ganancias por el bien de los destinatarios. Situaciones inesperadas e imprevistas en las que es imprescindible reconocer la importancia y la urgencia de una decisión que hay que tomar. “Cada uno debe tomar sus decisiones; no hay nadie que las tome por nosotros”.

Discernir genera alegría

El discernimiento, según el Evangelio, involucra otro aspecto importante: los afectos. “El que ha encontrado el tesoro no siente ninguna dificultad en venderlo todo, tan grande es su alegría (cf. Mt 13,44).”, recuerda el jesuita.

El término de la alegría continúa, “aparece en muy pocos otros pasajes del Evangelio, todos ellos referidos al encuentro con Dios. Es la alegría de los Magos cuando, tras un largo y penoso viaje, vuelven a ver la estrella (cf. Mt 2,10); es la alegría de las mujeres que regresan del sepulcro vacío tras escuchar el anuncio de la resurrección por parte del ángel (cf. Mt 28,8). Es la alegría de los que han encontrado al Señor”.

Tomar una bella decisión, una decisión correcta, dice el Papa, siempre “te lleva a esa alegría final; quizás en el camino tengas que sufrir un poco de incertidumbre, pensar, buscar, pero al final la decisión correcta te beneficia con la alegría”.

Un encuentro con el eterno

El Papa argentino recuerda que en una “decisión buena, correcta, se encuentra la voluntad de Dios con nuestra voluntad; se encuentra el camino presente con el eterno. Tomar una decisión correcta, después de un camino de discernimiento, es hacer este encuentro: el tiempo con lo eterno”.

Y vuelve a remarcar que “el conocimiento, la experiencia, el afecto, la voluntad: son algunos elementos indispensables del discernimiento”.

El discernimiento —como lo ha mencionado— “implica un esfuerzo. Según la Biblia, no encontramos ante nosotros, ya empaquetada, la vida que hemos de vivir: ¡No! Tenemos que decidirlo todo el tiempo, según las realidades que se presenten. Dios nos invita a evaluar y elegir: nos ha creado libres y quiere que ejerzamos nuestra libertad. Por lo tanto, discernir es arduo”.

Agotador pero indispensable

El hombre, a diferencia de los animales, prosigue Francisco, “puede equivocarse, puede no querer elegir correctamente. La Biblia lo demuestra desde sus primeras páginas. Dios da al hombre una instrucción precisa: si quieres vivir, si quieres disfrutar de la vida, recuerda que eres una criatura, que no eres el criterio del bien y del mal, y que las elecciones que hagas tendrán una consecuencia, para ti, para los demás y para el mundo (cf. Gn 2,16-17); puedes hacer de la tierra un magnífico jardín o puedes convertirla en un desierto de muerte”.

El discernimiento, sentencia, “es agotador pero indispensable para vivir. Requiere que me conozca a mí mismo, que sepa lo que es bueno para mí aquí y ahora. Sobre todo, requiere una relación filial con Dios. Y Dios también quiere que seamos hijos y no esclavos: hijos libres. Y el amor sólo puede vivirse en libertad. Para aprender a vivir hay que aprender a amar, y para ello es necesario discernir”.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 30 de octubre de 2022 No. 1425

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