Esposa y madre de cinco hijos, Teresa Reséndiz es una queretana consagrada al Corazón Inmaculado de María desde hace cuatro años, y es una testigo fervorosa de cómo el Santo Rosario es un arma poderosa para los cristianos.

Luego de grandes batallas en su matrimonio y enfermedades de sus hijos, comparte cómo el Rosario ha sido su auxilio y sostén de cara a las adversidades.

Por Mary Velázquez Dorantes

¿Cómo fue que el Santo Rosario le ayudó a obtener gracias en su vida?

▶ Han sino muchas, tanto espirituales como exteriores. La Virgen María opera de una forma hermosa.

Yo la devoción se la atribuyó a mi papá. Desde muy pequeña me enseñaba a rezar el Dios te salve pero, como era muy chiquita, yo creía que un Ave María estaba compuesta de dos rezos, el que decía mi papá y el que hacía yo, y durante el día yo solo rezaba mi parte. Con el paso del tiempo descubrí lo que era el Rosario y me invitan a consagrarme al Corazón Inmaculado de María, y gracias a los Heraldos del Evangelio ahora soy devota de un Santo Rosario completo.

¿Qué ha pasado en su vida que usted afirma que, gracias al rezo del Rosario, María Santísima opera como intercesora?

▶ Pues de todo, pero entre ese todo, uno de mis embarazos resultó ser de alto riesgo. Yo sentía que todo iba bien, pero cuando llega el momento de dar a luz, el médico se horrorizo al atenderme porque era un parto complicado. Yo iba a tener a mi hija en un centro médico particular.

Cuando estaban haciendo la cesárea me abrieron y me dicen: “¡No podemos atender este parto!”.

Entonces, piden una ambulancia para un hospital público y así, con la abierta en el vientre, deciden trasladarme. No sé cuánto tiempo pasó. Yo estaba consciente de algunas cosas pero el médico afirmaba que estaba a punto de morir. Como yo sentía todo, durante el trayecto comencé a rezar el Rosario y al llegar al hospital el médico dijo que se tendría que salvar únicamente una vida. Fue entonces cuando me puse en las manos de la Virgen e hice un compromiso con ella: “Si la bebé tiene vida, le llamaré Fátima”. Y se la consagré a ella.

Hubo graves complicaciones. Nació y los médicos nos dijeron que probablemente no crecería, pero hoy la niña tiene siete años y es gracias a la intercesión de nuestra Madre.

¿Han existido otras manifestaciones marianas en su familia y en su vida?

▶ A mí me invitaron al rezo de Santo Rosario por medio del oratorio de la Virgen de Fátima, y otro de mis hijos también se enfrentó a la enfermedad. Yo rezaba, pero no era constante, y ahora siento una gracia que me atrae constantemente.

Mi hijo no podía comer, sufría de asfixias, se ponía negro y me dijeron que necesitaba un traslado por helicóptero, pero aun así los médicos no se comprometían a darme esperanzas. Durante la noche yo le pedí a la Virgen y, al ver que no había remedio, mejor me lo quería llevar a casa.

Pero esa noche le recé a la Virgen, le puse una medalla de Ella en las manos de mi hijo y en la madrugada salen los médicos  y me dicen: “El niño evolucionó muy bien, ya no lo vamos a trasladar y lo vamos a dar de alta. No sabemos qué paso, pero aquí tiene a su hijo”.  Lo llevé a consulta cada seis días, luego cada seis semanas y luego cada seis meses, y los médicos lo observaron bien y ahora mi hijo tiene veinte años y es muy devoto de la Virgen.

Yo siento una emoción en compartir este testimonio, porque lo vivo y lo revivo, y veo los grandes milagros que Ella ha realizado en mi.

¿Cómo es su día a día a través del rezo de Rosario?

▶ Rezo tres Dios te salve antes de dormir y cuando despierto sigo rezando. Antes de iniciar mi labor del día me gusta mucho rezar el Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres… y desde allí comienzo mi día. Luego, cuando ya despido a mi familia, me pongo a rezar el Rosario, puesto que también el Rosario ayudó a mi esposo a convertirse de la infidelidad, la pornografía y el alejamiento de él ante Dios.

Yo muchas veces pensé en dejarlo pero algo sucedía y no podía.  Entonces, entre súplicas a la Virgen le pedía que ayudará con la cruz del matrimonio y oré mucho por mi esposo.

Un día mi marido decidió que se iba de la casa y yo me encerré en el baño por no sé cuánto tiempo, y lo único que estaba haciendo era rezar el Rosario, uno tras otro, y en un momento mi marido llegó y me dijo que sintió que algo no lo dejaba ir.

Ahora es un esposo muy diferente, vivimos en una familia en paz, no hay un día en que juntos no recemos el rosario, incluso mi hija Fátima es la impulsora para rezarlo. Ella no se duerme hasta que juntos terminemos nuestra oración.

 

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