Por P. Fernando Pascual

En un documento de la Comisión Teológica Internacional sobre la ley natural, publicado a inicios de 2009, se exponen brevemente cuatro valores que, según la doctrina social de la Iglesia, expresan las “grandes líneas del bien común que debe perseguir la sociedad”.

Esos valores serían los siguientes: “la libertad, la verdad, la justicia y la solidaridad”. Al enumerar estos cuatro valores, el documento cita, como fuente de inspiración, lo que se expone en el Compendio de la doctrina social de la Iglesia, nn. 107-203.

Veamos brevemente lo que se dice sobre cada uno de estos valores en el documento de la Comisión Teológica Internacional. Al inicio, señala que estos valores corresponden a “las exigencias de un orden ético conforme a la ley natural”. Al mismo tiempo, subraya que si falta uno de esos valores, “la sociedad tiende a la anarquía o al dominio del más fuerte”

La libertad aparece al inicio, vista como “la primera condición de un orden político humanizador aceptable”. Sin libertad, no habría sociedad humana, pues se impediría a los hombres expresar sus ideas y desarrollar proyectos propios. Desde luego, la libertad necesita armonizarse con el bien común de la sociedad, pero sin libertad ese bien común estaría gravemente dañado.

A continuación, el texto se fija en el tema de la verdad. “Sin la búsqueda y el respeto a la verdad, no hay sociedad, sino dictadura del más fuerte. La verdad, que no es propiedad de nadie, es la única capaz de hacer que los hombres converjan hacia objetivos comunes”.

Si no se sigue la verdad, si no se permite que ocupe su lugar, se corre el peligro de que los más hábiles hagan prevalecer “sus” verdades”, sus propias opiniones según intereses particulares, hasta llegar a imposiciones arbitrarias de grupos de poder organizados hábilmente.

Sobre la justicia, se recuerda cómo cuando ella falta se establecería “el reino de la violencia”. La justicia sería, por lo mismo, “el bien más alto que puede procurar la sociedad. Supone que siempre se busca lo que es más justo”. Ello no quita la atención a los casos particulares (lo que podríamos llamar como equidad), pues tal equidad sería “la culminación de la justicia”.

En cuarto lugar, el documento señala la importancia de la solidaridad: “es preciso que la sociedad esté regida de una manera solidaria, de tal modo que haya derecho a contar con la ayuda mutua y la responsabilidad respecto al destino de los otros, y que los bienes con los que cuenta la sociedad puedan responder a las necesidades de todos”.

Libertad, verdad, justicia, solidaridad: se trata valores esenciales que surgen desde una adecuada comprensión del ser humano y de sus dimensiones corporales, espirituales, personales y sociales. Valores que hoy, como en cualquier otra época de la historia humana, merecen ser defendidos y tutelados, sobre todo por quienes desempeñan diversas tareas en la política y en cualquier forma de servicio público.

(Los textos aquí recogidos recogen la versión española en www.vatican.va del documento citado: Comisión Teológica Internacional, En busca de una ética universal: nueva perspectiva sobre la ley natural, aprobado en 2008 y publicado en 2009. Aquí he citado varias frases del n. 87 de ese documento).

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