Por P. Fernando Pascual

En familia surgen tensiones y conflictos cuando unos acusan a otros por no ayudar en las tareas de casa.

Los primeros sienten que siempre tienen que encargarse de limpiar la ropa, de cocinar, de poner orden en el salón de estar, de asear los baños.

Los segundos tal vez no colaboran de modo equitativo, porque tienen excusas más o menos “válidas”, o simplemente porque no perciben que los otros llevan casi todo el peso de las tareas familiares.

Para una sana convivencia resulta fundamental tener un corazón sensible para ver en qué maneras cada uno puede colaborar en las tareas de casa, y cómo se sienten los demás ante esas mismas tareas.

Es triste que en la familia algún miembro se encierre en sus intereses, viva en una burbuja de actividades, esperamos que útiles, sin percibir que en casa hay muchos quehaceres que requieren la colaboración de todos.

En cambio, causa alegría encontrar que el padre o la madre, uno o varios de los hijos, están siempre disponibles a ayudar, se ofrecen para ir al mercado a comprar la comida de los próximos días, tienen iniciativa a la hora de desempolvar estantes o poner orden en la ropa limpia.

Habrá ocasiones en que uno se vea obligado a invertir más tiempo en el trabajo, en el estudio, o en compromisos urgentes que no permitan colaborar como sería adecuado.

En esas ocasiones, el cariño en familia hace fácil explicar la situación y encontrar apoyo en los demás, porque si todos desean colaborar, la “retirada” de uno no significará un peso extraordinario para los demás.

En el camino ordinario de la vida familiar, y en las ocasiones especiales de una fiesta que implica mayores esfuerzos, será siempre de ayuda que cada uno tenga un corazón generoso y abierto para percibir en qué manera puede ponerse al servicio de otros.

Entonces en la casa se hará presente una hermosa experiencia de amor familiar, que implica vivir el mandato de Cristo a sus discípulos: dar la vida unos por otros (cf. Jn 15,12-13), también en cosas tan sencillas y ordinarias como las tareas domésticas.

 

Imagen de Hans en Pixabay


 

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