Por José Ignacio Alemany Grau, obispo
Reflexión homilética 15 de enero de 2023
En este segundo domingo del tiempo ordinario, que para nosotros es el primero, la liturgia nos presenta a Jesucristo, en primer lugar, profetizado por Isaías, el salmo nos dará la actitud del Señor Jesús al entrar en el mundo. Luego será San Pablo quien nos hable de Él al comenzar la Carta a los corintios.
El Evangelio de San Juan refiere cómo Jesús se presentó al Bautista para que lo manifestara a la multitud como el Cordero de Dios que viene a purificarnos.
Isaías
Nos habla de Israel como la figura de Cristo. En el pueblo de Dios el profeta ve al Mesías:
«Tú eres mi siervo de quien estoy orgulloso». Y añade: «Te hago luz de las naciones para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».
La salvación de Dios, que es Cristo, es para todos los pueblos sin excepción, como vimos en la llamada a los Magos de Oriente.
Salmo 39
La Carta a los Hebreos se servirá de este salmo para presentarnos a Jesucristo que viene para hacer la voluntad del Padre:
«Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad».
Jesús es el único sacrificio agradable al Padre y por su divinidad capaz de purificar a la humanidad entera:
«Tú no quieres sacrificios ni ofrendas… Entonces yo digo: “Aquí estoy. Como está escrito en mi libro: para hacer tu voluntad”. Dios mío, lo quiero y llevo tu ley en mis entrañas».
San Pablo
Leemos hoy el principio de la Carta a los Corintios. Él mismo Pablo se presenta «llamado a ser apóstol de Jesucristo por designio de Dios».
Y desea a los fieles que «la gracia y la paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo sean con vosotros».
Buena forma para que nosotros nos saludemos también mutuamente en la fe.
Verso aleluyático
Nos recuerda el misterio de hoy. El Mesías que sale a evangelizar es la segunda Persona de la Santísima Trinidad:
«La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros».
Y nos promete que si aceptamos a Jesucristo tendremos «el poder para ser hijos de Dios».
Este Jesús que hoy nos presenta la liturgia nos enseñará todo el año, con su Palabra y su vida, el camino al Padre.
Conocerlo cada vez mejor y vivir como Él nos llevará a evangelizar y darlo a conocer a los demás.
Evangelio
Finalmente, es el precursor, Juan Bautista, quien señala que entre la multitud está el Mesías, que se presenta como uno de tantos en su profunda humildad, y de Él dice a la multitud:
«Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo».
Advierte que Él no lo conocía, aunque era su primo y a continuación nos comparte cómo lo conoció:
«He contemplado el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre Él».
Es interesante que repita que «no lo conocía», pero el que lo envío a bautizar con agua le había dicho:
«Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre Él, ese es el que ha de bautizar con Espíritu Santo».
Y termina valientemente repitiendo su testimonio sobre el Hijo de Dios.
Amigo, emprendamos con ilusión la marcha por este tiempo ordinario.
Oiremos las mismas palabras porque no hay otras que nos puedan salvar: Jesús es la Palabra.
Se nos recordarán los mismos hechos de la vida de Jesús.
Pero tengamos muy claro que solo en Él está nuestra salvación. Él será la luz que ilumine las tinieblas que puedan surgir por todas partes.
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