Por P. Fernando Pascual
La esposa se levanta. Cae un alfiler. No lo encuentra. Llega el esposo. Se agacha para buscarlo. Inicia, bruscamente, un fuerte dolor de espalda.
La escena, en su sencillez, parece irrelevante. Pero luego empiezan las reacciones. El esposo se enfada. Grita. La esposa se impacienta y sale de casa. Ha iniciado un conflicto familiar.
Podemos imaginar la escena en una familia modesta o en una familia acomodada. O quizá la esposa trabaja en un importante cargo del gobierno, y el conflicto de ese día influirá, quizá de modo inconsciente, en las decisiones que se tomen en esa semana y que afectarán a miles de ciudadanos.
En el complejo camino de la historia humana, miles de acontecimientos se explican desde acontecimientos “importantes”, mientras que otros surgen desde hechos que parecen irrelevantes, pero que no dejan de influir.
Quienes intentan comprender los hechos, buscan explicaciones visibles y documentadas. Nadie (o casi nadie) reconocerá que la caída de un alfiler pueda tener relevancia en ciertas decisiones de quien trabaja en el gobierno.
Por ello resulta casi imposible llegar a comprender la realidad humana en toda su complejidad. Una indigestión, un cambio en la presión atmosférica, un error al realizar una suma en las cuentas, tienen un peso en los acontecimientos que permanece escondido ante los ojos de los historiadores más perspicaces.
A pesar de lo anterior, buscamos entender el motivo de ciertas decisiones y los condicionamientos psíquicos y coyunturales que están detrás de tantos comportamientos humanos.
En algunas ocasiones, será posible descubrir que el problema inició por culpa de la simple caída de un alfiler. Lo cual nos recuerda que el gran misterio de la vida humana está tejido por miles de hechos, algunos casi insignificantes, que tejen, momento a momento, una historia que muchas veces parece incomprensible, pero que algún día podremos comprender en su sentido pleno.
Imagen de Adriano Gadini en Pixabay