Por Prisciliano Hernández Chávez, CORC.

LOS SALMOS, ALMA DE MI ORACIÓN

Cuatro veces repite el dramático ¿hasta cuándo? Ante la ausencia de la presencia divina.

Parece oración de amargura y de reproche por los enemigos que pueden prevalecer sobre quien ora. Parece que Dios lo ha olvidado y le ha ocultado su rostro. Existe ese pesar angustioso en su corazón.

Súplica a Dios ante el peligro de muerte para que lo libere. ‘Alumbrar los ojos’ equivale a dar la vida. Sus ojos están al borde de la muerte de tanto llorar. La presencia de Dios les puede devolver la vida. Confía en que Dios no lo ha de abandonar. Se alegra ante el presentimiento del auxilio salvador.

A pesar de la prolongación del dolor, el cristiano se abandona al amor fiel de Dios, pues cantará con alegría la salvación de Dios.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 12 de marzo de 2023 No. 1444

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