Algunos cristianos creen que el diablo no existe como entidad personal. Otros, como el Papa Francisco, que habla mucho de él, creen en la realidad del “tentador”. ¿Creer que el diablo existe minimiza la responsabilidad de los hombres que cometen el mal? Responde a la entrevista de Sophie de Villeneuve, el padre Maximilien de la Martinière, sacerdote de la diócesis de Versalles (Francia), misionero Fidei Donum en Brasil durante cuatro años, autor de La piété populaire, une chance pour l’évangélisation (La piedad popular, una oportunidad para la evangelización).

Por Sophie de Villeneuve*

Usted vivió cuatro años al borde de la selva amazónica, en Brasil, y pensó mucho en la piedad popular: ángeles, santos, la Virgen María… y, desde luego, también en el diablo. ¿Es el diablo una persona, externa a nosotros, que nos haría hacer el mal?

▶ Todos hacemos, decimos o pensamos a veces cosas de las que nos arrepentimos, que no están en armonía con lo que somos en el fondo. No estamos hechos para el mal, y sin embargo lo hacemos. ¿Por qué lo hacemos? Es una cuestión que recorre toda la Biblia, que se ocupa del hombre a los ojos de Dios. ¿Cómo explicar esta contradicción de la humanidad? San Pablo escribe en su carta a los Romanos: “No hago el bien que quisiera y hago el mal que no quisiera”. Cada uno de nosotros tiene esta experiencia. ¿Cuál es el origen de esta discrepancia?

¿Podría ser “alguien” el diablo?

▶ La Biblia dice que, si hacemos lo que fundamentalmente no nos gustaría hacer, es porque somos tentados. Surge entonces la idea de un tentador. La tradición habla de un ser espiritual, o al menos de una realidad que nos empuja, que nos fascina, que nos incita… Se utilizan varias palabras para designarlo: Lucifer, por ejemplo, que significa el ángel de la luz. De hecho, si el pecado no fuera seductor, no lo cometeríamos. Esta idea ayuda a explicar por qué a veces hacemos lo que en el fondo no querríamos hacer. La existencia del diablo no es un dogma de fe, no estamos obligados a creer en él. Sin embargo, el papa Francisco habla mucho de ello.

Pero si esta entidad espiritual existe, ¿significa esto que nuestra libertad no puede ejercerse?

▶ Al contrario, creo que somos absolutamente libres. Si somos libres de rechazar a Dios, también somos libres de rechazar al diablo. De lo contrario, la libertad es solo una palabra. Creo que este “diablo” tiene un poder no de coacción, no puede obligarnos, pero tiene un poder de influencia.

¿Podemos resistir, no sucumbir a la tentación, como solíamos decir?

▶ Estoy convencido de ello. Se habla mucho de los sacerdotes que no han resistido la tentación, pero no se habla de todos los que resisten. Todos tenemos tentaciones diferentes, porque el diablo sabe bien cuáles son nuestras debilidades, pero a veces las resistimos, a veces no.

¿Cómo conseguirlo?

▶ Tenemos recursos. En primer lugar, está la gracia de Dios. Todos los santos que se han enfrentado al demonio, Juan María Vianney por ejemplo, pero se han apoyado en la oración. Jesús mismo abogó por la oración y el ayuno. Luego está el sentido común. San Agustín dice que el diablo es un perro rabioso pero atado, que solo muerde a los que se le acercan. Es peligroso cuando juegas con él. En cambio, cuando tenemos una visión correcta de nosotros mismos, evitamos sus trampas.

Para asuntos más serios que los dulces, se requiere un muy buen conocimiento de sí mismo, y una gran humildad…

▶ De esto se acusa actualmente a algunos de nuestros obispos. Es absurdo dejar a un sacerdote conocido por tal fragilidad o tal tentación en posición de sucumbir a ella. Si le ponemos en otra situación, gestionará más fácilmente sus tensiones internas.

Para que pueda dominar al diablo…

▶ Dicen que un hombre sabio vale por dos. Si sé que tal o cual situación me va a meter en problemas, puedo tener cuidado. Si creo que todo es una invención y que puedo salir de ella con mi ingenio, corro el riesgo de que me engañen. Creer que el diablo no existe puede llevar a asumir riesgos.

Ha dicho que somos buenos por naturaleza, pero que algo ha traído el mal al mundo. ¿Nos seguirá el mal hasta el fin de los tiempos?

▶ Cristo lo ha derrotado de una vez por todas. En la anástasis**, que representa a Cristo resucitado sacando a los muertos del infierno, vemos al diablo atado. Estamos como en el periodo comprendido entre el 6 de junio de 1944 y el 8 de mayo de 1945: se ha logrado la victoria final, pero hay que seguir luchando. Resistiendo mediante la oración, cuidándonos unos a otros, acabaremos ganando la batalla.

*Artículo publicado en la edición de La Croix en Español, el 14 /febrero / 2023

** Término griego que se usa para representar la resurrección de Cristo.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 26 de febrero de 2023 No. 1442

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