Por P. Fernando Pascual
La prensa ha empezado a divulgar la información: la comunidad científica asegura que la gripe del próximo año causará un elevado número de enfermos graves y de muertes.
Millones de personas aceptan la información desde un fenómeno que podríamos denominar como “fe en la comunidad científica”. Tal fenómeno resulta posible desde una serie de presupuestos que conviene tener presentes.
El primer presupuesto consiste en suponer que la prensa (radio, televisión, medios digitales) suele comprender y explicar bien lo que habría afirmado la comunidad científica.
El segundo presupuesto se basa en la idea de que exista esa comunidad científica, como una especie de agrupación que reúne a la gran mayoría de los científicos e investigadores del planeta, o al menos a los más competentes.
El tercer presupuesto es el más importante: consiste en dar un crédito completo a lo que afirme la comunidad científica porque sería visto como verdadero precisamente en cuanto afirmado por el colectivo de los hombres de ciencia.
Desde luego, no todos comparten esos tres presupuestos, y no faltan personas y grupos que los critican, en bloque o al menos uno o dos de ellos.
Entre quienes tienen una fe más arraigada en la comunidad científica, resultaría falso toda afirmación que vaya contra lo que la prensa divulga como afirmado por esa comunidad científica.
Sin embargo, un análisis atento de los modos de trabajar de la prensa y de los científicos llevaría a poner en crisis esos tres presupuestos (al menos en su conjunto) y a tener una actitud más circunspecta frente a todo aquello que se divulgue como sostenido por la comunidad científica.
Con una buena dosis de atención, las personas pueden descubrir cómo algunos periodistas no recogen bien lo que habrían afirmado los científicos, o lo manipulan, o incluso, en ocasiones, lo falsean en contra de cualquier ética periodística.
Al mismo tiempo, resulta poco menos que dudoso que exista una auténtica comunidad científica. Es cierto que muchos estudios sobre temas concretos pueden ser convergentes, pero no por ello alcanzan un consenso generalizado ni una visión común entre los estudiosos.
El punto más vulnerable de la fe en la comunidad científica radica en el tercer presupuesto. Porque la historia de la ciencia ha mostrado en no pocas ocasiones cómo lo defendido en un momento determinado por muchos científicos, sucesivamente es corregido, incluso cambiado completamente, con nuevos estudios.
En otras palabras, el que ahora la supuesta comunidad científica afirme que la gripe del próximo año causará muchos problemas (enfermos graves, muertes) no implica que tal afirmación sea verdadera automáticamente.
Muchos científicos son conscientes de la provisionalidad de sus estudios y conclusiones, y reconocen con honestidad que lo que ahora suponen como bastante seguro, mañana puede quedar superado o incluso contradicho por nuevas observaciones.
Por ello, vale la pena corregir la fe en la comunidad científica con un atento espíritu crítico y con una mayor conciencia sobre los modos en los que trabajan esos dos colectivos que no siempre llegan a comprenderse entre sí: el de los periodistas y divulgadores, y el de los científicos que, seriamente, buscan comprender mejor la realidad.
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