Por Raúl Espinoza Aguilera

Este título parecería una paradoja, pero así ocurrió. En efecto, este reconocido periodista alemán, Peter Seewald (nacido en Baviera en 1954), le propuso al cardenal Joseph Ratzinger hacerle una entrevista con la finalidad de publicar uno o dos libros. Pensó que no tendría respuesta afirmativa o que le respondería con un genérico “después lo llamo”. Para su sorpresa el cardenal -que entonces era prefecto de la Doctrina de la Fe con San Juan Pablo II- aceptó.

Seewald nació en el seno de una familia católica, pero en su juventud recibió la influencia marxista del movimiento revolucionario estudiantil de 1968. Con lo cual su fe cristiana naufragó. Durante años ejerció su actividad periodística adquiriendo un notable prestigio.

Se casó, tuvo un par de hijos y, “al sentar cabeza”, comenzó a sentir que su vida estaba vacía y sin sentido. Cierto día, su familia fue invitada a una boda religiosa en un templo católico. Llegaron antes de la ceremonia y, en ese lapso, Seewald se planteó volver al calor de la fe, pero tenía demasiadas dudas para dar ese paso. Todo se quedó en un largo compás de espera.

Para la entrevista preparó numerosas preguntas que, en realidad, eran dudas personales. El tono general de sus preguntas parecía, más bien, como una especie de “bombazos” de la guerrilla urbana. Ratzinger le propuso reunirse en un sitio tranquilo para no tener interrupciones ni elementos distractores, en uno de tantos viejos castillos en los alrededores de Roma.. De este encuentro surgió Informe sobre la fe, al que siguieron libros como La Sal de la Tierra o Dios y Mundo.

En sus reflexiones que tiempo después escribió, Seewald comenta que le llamó la atención que ante algunas preguntas no exentas de malicia, el cardenal Ratzinger respondía con total serenidad, seguridad, tranquilidad, de modo amable y cordial como un maestro que se dirige a su alumno.

Fue entonces cuando el cardenal se percató que estaba frente a una persona que tenía serias confusiones doctrinales en su fe y necesitaba orientación y paciencia para responder con calma ante cualquier pregunta que le hiciera. A eso hace referencia el título de este artículo en que comento que fue un “entrevistador entrevistado”.

Recuerdo una pregunta en concreto en que le exponía el periodista:

–¿Y cómo es posible que no conozcamos plenamente la esencia de Dios?

El cardenal Ratzinger respondió:

–Porque solo Dios puede conocerse a sí mismo. Y si tú y yo llegáramos a conocer en su totalidad a Dios, seríamos como dioses, lo cual no deja de ser un absurdo y una contradicción.

Y así fue el tenor de estas preguntas y respuestas. Esto lo relata con amplitud, Peter Seewald, en su libro autobiográfico: Mi vuelta a Dios. Cuando comencé a pensar de nuevo en Dios (Editorial Palabra, Madrid).

A medida que pasaban los días se fueron haciendo amigos y el trato entre los dos se hizo todavía más franco. Mucho ayudaba que ambos fueran alemanes y de la misma región de Baviera. Al concluir estas sesiones, el periodista le dijo al cardenal que le enviaría el texto de la entrevista. Pocos días después, le mandó dicho texto y el cardenal -casi de inmediato- se lo regresó, haciéndole a lápiz mínimos añadidos. Fue otra sorpresa para Seewald por el hecho de que confiara plenamente en su trabajo: “Este hombre de Dios posee la Verdad con mayúscula que yo tanto busco”, reflexiona. Posteriormente, Seewald lo buscó para exponerle que anhelaba regresar a la fe cristiana. Y le pidió sus consejos espirituales, porque ya no tenía duda alguna. Ratzinger le ayudó a hacer una buena confesión y, luego, a recibir a Jesús en la Eucaristía.

Fue un renacer espiritual: Luego, aprovechó esa amistad para presentarle a su esposa y a sus hijos. El viejo militante comunista, después de 25 años alejado de la fe, retornaba con la ilusión del “Hijo Pródigo” de la parábola evangélica. Estaba desencantado de los regímenes totalitarios. De los comunistas, dijo: “Degradan al hombre como si fuera una masa, una especie de individuo manipulable llevado de la mano de una casta soberbia y autosuficiente. La dignidad de la persona no tiene espacio allí. Por el contrario, en el cristianismo, la dignidad es intocable, porque procede de Dios”.

De este hecho, Seewald pasó a convertirse en el biógrafo de quien sería el papa Benedicto XVI. El libro “Luz del Mundo: el Papa, la Iglesia y los Signos de los Tiempos” (Editorial Herder, 2010), contiene una interesante entrevista de Peter Seewald con Benedicto XVI. De aquel “periodista francotirador” había tenido una metamorfosis hasta convertirse en un profundo admirador del Romano Pontífice.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 5 de marzo de 2023 No. 1443

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